viernes, 1 de noviembre de 2013

La trilogía del mal


Ya lo habíamos avizorado en el año 2013 y los plasmamos en un simple dibujo. Le pusimos el título de la Trilogía del mal. Fue como una premonición de los tres personajes responsables de los principales males que hoy sufren los peruanos.

Solo faltaba ponerle el texto a ese bosquejo.

Si algo les une a estas tres celebridades es que, pusieron sus intereses personales sobre los intereses del Perú.  

El primero que hizo su aparición fue Abimael Guzmán.

Soy arequipeño y conozco de esta ciudad todos sus rincones e identifico el perfil de sus gentes solo con verlos, como algunos izquierdistas que destacan por ser ágrafos,  supersticiosos y charlatanes casi como un pastor de iglesia cristiana. Son muy racistas e hispanófilos y se ahogan en un mar de prejuicios. También son muy ambiciosos y apresurados, sobre todo, cuando buscan la vía más rápida para enriquecerse, no interesa si en esa senda hipotecan al país y a sus habitantes, es que están llenos de odio y aprovechan el mínimo motivo para atizar la hoguera, volviéndose los mejores mercenarios para integrar cualquier cédula terrorista, si la paga es buena y en dólares. Son los mejores en esto. De ese nido ideológico salió el que la prensa hizo famoso con el alias de “Camarada Gonzalo”.

Luego vino, Alan García. Típico palangana. Sus casi dos metros de altura le ayudaban a imponer su perorata a punta pies y cachetadas. Dentro de su mundo esquizoide, estaba sobre el bien y el mal, y la existencia de la corrupción estaba  en discusión. Para él era una forma de vida, era su habitad, como muchos en el Perú. Estaba prisionero de sus miedos y era altamente supersticioso casi animista. El sistema le dio una segunda oportunidad para dirigir al Perú, poder que utilizó solo para beneficiar a los ricos y tener del cuello a las clases trabajadoras. Dejó dos monumentos que lo representarían. El primero, le trajo muchos problemas cuando enloquecido por tener de nuevo poder, las odas de los presbíteros le distrajeron mientras cargaba las andas del Señor de los Milagros, cometiendo el error de mandar a construir el Cristo de Odebrecht.

El segundo, fue el Estadio Nacional de Lima, un claro ejemplo de como se despilfarra los ingentes dineros del Estado, sobrevalorando las obras como ocurrió con  el Coloso de José Díaz que costó casi el doble que la remodelación del Luzhniki Stadium. Solo basta comparar cómo quedaron ambas infraestructuras deportivas después de ser remozadas. El de Lima quedó ínfimo y tercermundista y el de Moscú es uno de los más modernos del mundo.  Alan García dictó catedra para afirmarnos que la corrupción es uno de los principales causantes que nos hace mantenernos eternamente ignorantes, subdesarrollados y pobres.

Alan en 1989 apoyó en la campaña electoral  para que triunfara el tercer jinete del apocalipsis peruviano  Alberto Fujimori. Como ya se sabía, al Perú se le tenía que implantar el neoliberalismo, claro que, previamente seria aturdido con un agresivo e inhumano shock económico. La discusión solo se limitaba a cómo se implementaría, podía hacerse con anestesia vía Mario Vargas Llosa o como al final se hizo,  a patadas y represión con esa dictadura que luego desencadenaría todos los problemas que hoy arrastramos los peruanos, desde el grupo de Velarde, Keiko y sus 'creaciones" izquierdista oportunistas y demagogos, la prensa basura con la Mónica Delta como principal rostro y los numerosos fascistas antropófagos que se deleitan con la carne india y que están  pululando en el Congreso y en todas esas agrupaciones paridas dentro del fujimorismo, acciopepecismo y aprismo.

Estos tres personajes representan todo esto. Son el triunvirato del subdesarrollo peruano que nos ha tocado ver.

Alan García se suicidó, y a Abimael Guzmán hace unos días lo cremaron. Solo falta Alberto Fujimori.  Pero. esta tragicomedia no crea que acabará con estos tres personajes porque tienen proles y escuelas activas, así que, como este tipo de matarifes llegarán otros para cumplir su mandato que consiste en presionar con fuerza ese garrote a los peruanos.  

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