martes, 26 de diciembre de 2017

La meada del perro simpático


El vaso de whiskie ya lo acabé. 
Y sí es cierto, nunca aguanté  dos horas seguidas encerradas en un salón de clase de la universidad.
Ya pidió perdón, déjenlo libre, qué más da, nadie quisiera estar en su pellejo. Soy honesto, los culpables de esta murga son muy poderosos y lo manejan todo.
Necesitamos paz, tranquilidad, reconciliación.  Mal o bueno, Fujimori qué salga libre.  Se irá al Japón a gozar de la vida, la poca que le queda, no lo sabemos; además,  cualquier hombre necesita libertad, si es que en realidad alguna vez lo perdió, es que  no creo en lo que muestre esa caja boba ni lo que me dicen  los medios creo en lo que veo y toco, y eso.
Me reafirmo, en que esta época es la menos negativa de nuestra puta vida republicana,  y hay que seguir en esta galera.
Democracia es lo que necesita esta tierra y si el costo es la libertad de un asesino y ratero, qué podemos hacer.
Es que necesitamos con urgencia una nueva clase política, una que no sea exageradamente miserable y muerta de hambre, una que sea autónoma y que se desenvuelva con valores humanos.
Que salga libre, igual las ratas siempre nos van a acompañar, están debajo de nosotros en las alcantarillas.  Qué podemos hacer.
El pueblo necesita educación, una laica, democrática y científica para que pueda elegir gente que  haga sustentable este sistema político, gente que sepa negociar con los encomenderos y  sepa fortalecer sus instituciones y no gamberros que se aprovechan de sus notorias vulnerabilidades.
Nos han enyucado la libertad del chino, no hay nada que hacer, la iglesia lo avala, un gran sector del empresariado y todos sus poderosos tentáculos,  solo tenemos que aceptarlo.
La única lucha que nos queda es la que nos enseñó Gandhi, la fuerza es muy superior, solo nos queda el silencio prudente, la paz, y  la inercia. La calma. El no continuar con la decadencia de esta casta del “Versalles” político peruano y de sus bustos parlantes.
Seamos tercos en mantener nuestros valores que asumo nos son inherentes por ser parte de una cultura humana milenaria.
Que esté libre, qué más da, aunque quieran hacernos pensar que esta es tierra de nadie, un arenal que se salvó de ser una fosa común, creemos que todavía se puede cambiar para mejor.
Qué salga libre, no nos interesa. Somos milenarios y eso vale más que este guion preestablecido.
La única solución de nuestros problemas esta en nosotros y lo encontraremos en los valores que nos da esta evolución de  miles de años, ese mundo andino, y  hoy me reafirmo en este pensamiento. 
Mientras tanto seguiré escribiendo en esta publicación “Pobre pero honrada”.


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