El
limeño sigue desorientado y disidente de lo andino, suspendido, sin
piso cultural originario. Algunos ridículamente apoyándose con poses traídas de
Miami, Madrid o Asia se obstinan en no aceptar su legítima identidad cultural, sana y
coherente, viéndose desde afuera como huachafos, incultos y con enormes
complejos de inferioridad, arrastran de esta forma a todo un país, salvo los bolsones de
lucidez y actitud digna que se han
creado históricamente dentro en Arequipa y el resto de
los Andes sur peruanos.
Mientras
esto ocurre con Lima cuyo nombre, para disgusto de ellos, deriva del vocablo
quechua: Rímac, a miles de kilómetros al
sur, en la ciudad de Santiago capital de la República de Chile, un grupo de científicos
liderados por el arqueólogo Rubén Stehberg, estuvieron buscando en el subsuelo
de esa urbe los antiguos restos que evidenciarían que la capital mapocha antes fue fundada por los incas.
Finalmente
en 2016 esta hipótesis se confirmó porque en los tres sitios escavados se
encontraron restos de cerámica con decoración distintiva del período incaico.
En
el local del ex Congreso Nacional en un evento denominado "El Tinku de
Santiago" se presentaron estos hallazgos.
"Su
Plaza de Armas fue primero una plaza incaica", aseguró el especialista.
"Los edificios públicos incas se localizaban en su contorno y fueron aprovechados
por Pedro de Valdivia (supuesto fundador español de la capital chilena)"
Resulta
incongruente que la capital del Perú por
su población y legítima heredera de la cultura inca desprecie, oculte o niegue cualquier
rasgo andino, inca o quechua dentro de sus manifestaciones; mientras tanto su antítesis chilena con tan
marcado rostro occidental se encuentre construyendo su identidad nacional en
algunos restos incas.
Esto
es de nunca acabar, lo mismo sucedió con Arica y Tarapacá, territorios abandonados
por Lima y que luego de una sangrienta guerra fueron arrebatados por los
sureños.
Luego
vino el pisco, catalogado por esas mismas élites limeñas como bebida de los
cholos, y luego de ser ninguneado, abandonado y despreciado fue recogido por los astutos
vecinos del sur y elevado a la categoria de bebida nacional. Tuvo que pasar todo esto para que los peruanos
reaccionaran y comenzaran a revalorarlo.
Ahora
los chilenos como todo país que quiere desarrollar,
en la búsqueda de su identidad primigenia y nacional, han elegido tomarla de
los incas, que para suerte de ellos colonizaron gran parte de su territorio antes de la
llegada de los españoles.
No
pasará mucho entonces para que observemos de nuevo sorprendidos que la chicha
de jora será la nueva bebida nacional chilena junto con el idioma quechua que seguramente
será puesto como enseñanza obligatoria en sus escuelas, y desde Lima mirarán cómo
los compatriotas de Pablo Neruda buscaran cambiarse sus apellidos españoles por
unos más auténticos y autóctonos chilenos, quizás quispe o mamani sean los más preferidos.
No
pasará mucho para que en esa realidad reclamen al Cusco junto con Machu Picchu
como sus santuarios originarios, por ser parte de ese núcleo de la futura nación autóctona chilena.
Y
mientras esto ocurre, los limeños seguirán despreciando lo andino y
negando su verdadera identidad cultural y cuando se den cuenta de su torpeza, ya será muy tarde, porque tal vez esa riqueza
cultural inca o quechua ya será propiedad chilena.
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