El
Japón, a finales de la Segunda Guerra Mundial, después de las dos bombas atómicas,
con el territorio devastado y ocupado, en esos momentos de crisis y austeridad,
solo dos productos no fueron gravados con impuestos: el arroz y el pescado.
Parece
que hubiéramos vivido algo utópico pero sucedió en nuestro país, y no hace
mucho. Ese camión frigorífico estacionado en ese mercado popular en aquel
distrito arequipeño, tenía el logo de un
pez que decía Pesca Perú. En esos
tiempos en la ciudad andina de Arequipa a sus más de 2335 m.s.n.m., se podía
encontrar pescado fresco a precios módicos. Eran otras épocas, donde la lucidez
de un estado se preocupaba por la alimentación de su población, gracias a
ello, muchos de mi generación, tuvimos
la suerte de alimentarnos con los mismos nutrientes que tambien beneficiaban a los nipones.
Al
son de esos conocidos estribillos: “tenemos un mar rico”, “las doscientas
millas”, “el mar de Grau” y, esas “dilatadas
costas”, etc., es deprimente saber que, a pesar, de contar con semejante despensa ictiológica, los
precios de estos productos sean tan elevados en los mercados.
A
esto se suma lo paradójico de ver al
Perú con semejantes ventajas naturales en cuestión pesquera y que no posea una marina
mercante propia y ni mucho menos cuente con una flota pesquera respetable, o
por lo menos con un buque factoría, aunque
sea usado.
A
esto nos ha reducido Alberto Fujimori Fujimori desde que privatizó el sector
pesquero nacional con la excusa de que era obsoleto. Terrible perversidad que dejó
a los peruanos.
El
famoso mar de Grau aun no somos capaces de explotarlo mientras tanto otros se
llevan todo nuestro pescado porque esta novela trágica tiene su lado sarcástico
cuando te enteras que el buque factoría más grande del mundo llamado El Lafayette venía utilizando la bandera peruana para depredar nuestro
mar. Millones de toneladas de pescado
que nunca terminaron en la mesa de los peruanos y esto ya es para jalarse
de los pelos y soltar una carcajada que se escuche hasta los confines de las doscientas
millas.
Este
buque factoría, llamado en su momento Lafayette, se sabe que fue construido en
2008 a un costo de alrededor de US$100 millones por la empresa Pacific Andes
International Holding.
Este monstruo que ostentaba la bandera peruana desde julio del 2014, cambió varias veces de emblema con el objeto de
eludir controles. Funcionaba como un buque madre para el traslado de las
capturas de otros pesqueros de arrastre que lleva en su interior. Luego, de clasificar
las capturas, procesarlas y congelarlas a bordo, las transportaba posteriormente
a los respectivos mercados.
Por
la magnitud y la forma ilegal de pesca El
Lafayette fue visto como un riesgo para la preservación del hábitat marino, por eso en el año
2015, fue prohibido seguir pescando. Los expertos han calculado que diariamente llegó a procesar a bordo aproximadamente 547 mil toneladas de
pescado, de los cuales ni uno solo terminó en las mesas de los peruanos.
Lo
último que supimos de esta nave fue que en el año 2016 cambio el nombre a El Damanzaihao, y terminó fondeado a 8
millas náuticas del puerto de Chimbote.
Mañana
me comeré un delicioso jurel frito, acompañado no de un rap sino de un “raj” bien peruano. No
lo digo yo, lo dicen los hechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario