Como si estuviéramos hablando de las peores épocas de la ex URSS cuando ocurrió lo del Kursk, de un país sumido en una perpetua crisis económica y social, un estancamiento y envejecimiento prematuro de la población. La Argentina en estos días, ha hecho noticia con la desaparición de su submarino ARA San Juan.
Las causas de la
tragedia se manejan con un total hermetismo, a pesar de ello emerge claramente el estado en el que se encuentra en este momento
el país sudamericano, un territorio con grandes expectativas que no puede levantarse
desde su debacle hace ya buenas décadas.
A comienzos del siglo XX
era uno de los países más ricos del mundo, el granero del mundo, pero con unas elites
supeditadas a la moda de los que consideraban sus mentores,
no desarrollaron en ellas creatividad ni valor alguno como para caminar solos, así que se mantuvieron aferradas a las piernas
y de sus conductores. Su decadencia tenía
que venir por inercia. Fue así como en
la década de los setenta con solo menos del 15% de la población por debajo de
la línea de pobreza coincidentemente dentro su territorio aparecieron una
caterva de grupos extremistas tanto de
derecha como de izquierda que poco a poco fueron minando el territorio de violencia
y resentimiento y dieron las escusas suficientes para que un grupo de militares
(en realidad mercenarios) completaran la tarea de devastar a la Argentina.
Lo lograron, y muy
eficientemente, porque para 1983 la
pobreza se elevó a cerca del 40% de la población, la industria quedó destruida
y la población dividida, desesperanzada, arrojados a la superstición de los ignorantes. Lo que hoy ha quedado es un país virtual que
existe solo en el mapa mundi, porque en
realidad es tierra de nadie.
Todo se cae a pedazos
como una casa de cartón de sus villas miseria, ni siquiera el fútbol hoy les da
ese ansiolítico como en el pasado para olvidarse de todo esto ya que no pueden campeonar
a pesar de tener a Iguain solo frente al arco y teniendo al mejor jugador del
mundo entre sus filas.
Mauricio Macri como lo augurábamos
no ha sido la solución para los problemas
más álgidos de los argentinos más bien su gobierno se está tiñendo de un hollín
fascista y transgresor de los derechos humanos cuando niega los crímenes de
lesa humanidad o cuando eclosiona el caso de Santiago Maldonado desaparecido
como en el apogeo del denominado Periodo de la Reorganización Militar.
Un país sin brújula a
merced de cualquiera que muestre sus músculos.
No vemos en el futuro cercano algún cambio a toda esta deprimente realidad, ni
por asomo.
Esperemos que su
selección de futbol alcance levantar la Copa del Mundo en Rusia, porque seguro
que esto significaría para su milonga un respiro por un par de décadas más, una tierra maldecida por la historia desde que abandonaron
la cultura autóctona del gaucho.