Se ha hecho
de conocimiento público la primera encuesta nacional de Percepciones y
Actitudes sobre la Diversidad Cultural y Discriminación Étnico Racial que
elaboró Ipsos a pedido del Ministerio de Cultura, y de ella podemos rescatar
importantes datos, uno de ellos es
la discriminación racial que, pese a las campañas y a las leyes que la
proscriben, sigue siendo un problema vigente en el país, es un mal como otros
que seguimos arrastrando desde la época
colonial y que, seguro, con la educación y el conocimiento en algún momento
disminuirá. En dicha encuesta, a la pregunta sobre su origen étnico, un 22 % de los
entrevistados respondieron que se asumen quechuas. Esto nos reconforta y sería hasta impensable hace algunos años ver que los peruanos alejados de prejuicios se identifiquen
con su verdadera etnia. También, nos preocupa
que todavía un 55% de la población siga utilizando el término “mestizo” para
nombrar su origen étnico.
Quién
diría que detrás de ese término conocido como “mestizo” vamos ha encontrar tantos componentes
negativos relacionados directamente con el subdesarrollo y la discriminación
racial, lo cual detallaremos a continuación.
Desde hace casi cinco siglos el término “mestizo” está muy
difundido en nuestro país como en el
resto del continente americano. Pero, hoy
utilizar la palabra “mestizo” para denominar un grupo étnico es una trampa, un recurso perjudicial para la formación de una identidad
sana y es directamente responsable de
la decadencia de algunos países y sus sociedades. Un gran ejemplo de lo que
afirmamos ha sido y es México, sus creadores quisieron construir su nación
desde las bases del denominado “mestizaje”, lo cual para ellos ha sido un
desastre ya que en lugar de llevarlos al desarrollo y levantarles la autoestima
los ha reducido a la degradación (estado fallido, corrupción y violencia). Y ya
lo publicó en un articulo el diario “El País” de España, ese “mestizaje” o pensar como mestizo hoy en
la tierra de los aztecas ha significado
continuar con el deseo de ser lo más “hispano” posible apartando y discriminando cualquier rasgo nativo o indígena. Algo parecido también ha sucedido en el
resto de América Latina. Claro que,
seguramente en México, como en otras partes del continente americano, hablar de cultura precolombina signifique
algo distinto de lo transcendental que representa en el Perú. Como ya indicamos, de la encuesta
anterior también se logra extraer que la discriminación racial persiste en
nuestro país. Al margen de los medios de comunicación que muchas veces son los
principales difusores del racismo, lo
que también se percibe en las calles, es que, los autodenominados “mestizos” son a la vez los más aficionados a
estas malas costumbres. Por ejemplo, la
gente de a pie los que laboran dentro de las instituciones tanto privadas como
públicas que fueron mencionados en dicha
encuesta y que probablemente hubieran respondido que pertenecen a
la llamada etnia “mestiza”, muchos de ellos son los que, paradójicamente, caen en
la discriminación racial en contra de todo lo indígena, y si hurgamos en el interior
de esos autodenominados “mestizos” y racistas develaremos desde lo más recóndito
de su yo personal que esa aversión a todo lo indígena es la manifestación de la derrota
del “conquistado” que desea curar sus
heridas anhelando pertenecer al grupo de los supuestos "vencedores", en este caso, de los
“conquistadores españoles” (parece ridículo pero esto se repite en la mente de
un sector numeroso de peruanos desde 1532) por esta razón niegan o se apartan
de todo lo amerindio, manifestándolo
diariamente con lo que aquí se conoce como “racismo”. Bajo esta disyuntiva el término
“mestizo” describiría una persona
inconclusa, disforme, defectuosa e inferior, que desdeña, aparta y discrimina su parte aborigen,
llevando a su interior un permanente conflicto extremadamente violento como lo fue la conquista
del Tahuantinsuyo, pero esta vez esta "guerra" personal alimentará los prejuicios
contaminando así al resto de su prole y
a la sociedad misma.
Entonces, hoy, utilizar el término mestizo para autodefinirse étnicamente
(culturalmente) es ambiguo y poco serio y hasta dañino. Lo objetivo en este
Perú moderno, multicultural y multiétnico y alejado de los malsanos y
polvorientos prejuicios raciales sería llamarlo por su propio nombre y este en
su gran mayoría lo coherente sería denominarlo con el término de quechua. Y, más aún, si este "mestizo" peruano, según el reciente análisis genético realizado, posee en su ADN un 60% del genoma
amerindio, entonces, con mayor razón, este "mestizo" debería reconciliarse con su
propia sangre y asumir su verdadera identidad étnica que en el Perú
mayoritariamente vendría a ser el quechua.