Y siguiendo esta costumbre, hace unos días salió el alcalde de la
ciudad anunciando orondo que definitivamente se iba a realizar en nuestra ciudad el proyecto del tan
anunciado monorriel, y en el cual se invertiría la suma de
1,200 millones de dólares. Luego, con los días, tuvo que venir el mismo
ministro de transportes para aclarar que en realidad se iba a invertir
mil doscientos millones pero no de dólares sino de nuevos soles.
Sea en dolares o en soles, solo con ver la nueva ruta que seguirá, no se necesita ser un gran experto en el tema como para deducir que este trencito no va a solucionar el problema del transporte de nuestra ciudad, solo se convertirá en el ejemplo más grande de despilfarro hecho en la historia de la urbe.
Sea en dolares o en soles, solo con ver la nueva ruta que seguirá, no se necesita ser un gran experto en el tema como para deducir que este trencito no va a solucionar el problema del transporte de nuestra ciudad, solo se convertirá en el ejemplo más grande de despilfarro hecho en la historia de la urbe.
Estos idiotas destinarán 1,200
millones de dolares en una obra por demás insegura y obsoleta para una ciudad que
crece continuamente y sobre todo altamente sísmica.
1,200 millones, limosnas de un
centralismo que asfixia a los arequipeños.
Para una urbe como la nuestra de casi un millón de habitantes, la política egoísta de la capital nos estrujan en el rostro esta minucia, sabiendo que cuentan con esos recursos suficientes como para construir un sistema de transporte que realmente sirva a esta ciudad, como un verdadero metro, y porque no, hasta uno subterráneo que pase por debajo del centro histórico.
Para una urbe como la nuestra de casi un millón de habitantes, la política egoísta de la capital nos estrujan en el rostro esta minucia, sabiendo que cuentan con esos recursos suficientes como para construir un sistema de transporte que realmente sirva a esta ciudad, como un verdadero metro, y porque no, hasta uno subterráneo que pase por debajo del centro histórico.
Me sobran eufemismos para intentar
nombrar a esta manada de ruines y malintencionados que han elegido este
juguetito propagandístico llamado monorriel, excusa perfecta para
la malversación indiscriminada, dejándonos a cambio una infraestructura
inservible y peligrosamente elevada para una ciudad altamente sísmica como la
nuestra, y sin opción a expandirla, como si ocurriría con otro sistema de
transporte como un metro superficial o subterráneo.
1,200 millones, mal invertidos
como lo hacen los pueblos más bárbaros, porque Lima y su macrocefalia es así,
irracional y miserable, al negarnos un verdadero metro. En otros países, donde su capital es más equitativa con el resto, han construido impresionantes
infraestructuras, como la primera línea del metro de Valparaíso, cuyo costo
rondó los 1,000 millones de dólares, contando con varias estaciones
subterráneas; o el recientemente inaugurado metro de la ciudad de Panamá, cuya
inversión fue de 1,452 millones de dólares, 16 kilómetros en construcción
incluyendo un tramo soterrado; o el metro de Valencia en Venezuela, que para
su primera línea se invirtieron 700 millones de dólares, un sistema que además
se encuentra en constante expansión.
Esos ínfimos mil doscientos millones de
soles y el proceso de desarrollo que está tomando este proyecto del monorriel,
nos demuestran que sí existen los recursos, lo que escasea claramente son las
buenas intenciones y el sentirse identificado con los problemas del resto de pueblos que integran este país, solo hay autoridades miserables que sobreponen sus propios intereses
y los acuerdos por debajo de la mesa, sobre unas obras que realmente sirvan a
la población.
Es lógico que detrás de todo esto
existan enormes intereses y que probablemente en el futuro cercano supurará a
la luz pública como siempre ocurre en lugares donde el cochambre está muy
generalizado.
Da mucha tristeza ver como se
desaprovecha esta gran oportunidad para desarrollar a Arequipa. Hoy somos
testigos de cómo frente a nuestras propias narices se comete semejante
bestialidad, porque Lima es corrupta, y su centralismo es injusto y es la
principal causante de nuestro atraso.
Arequipa por lo que es, se merece un metro y uno subterráneo. Pero, la miserable barbarie limeña nos impone una vez más este ridículo y peligroso monorriel.
Arequipa por lo que es, se merece un metro y uno subterráneo. Pero, la miserable barbarie limeña nos impone una vez más este ridículo y peligroso monorriel.
Yo,
particularmente, viendo a ese trencito suspendido a varios metros del suelo, y
sabiendo, que esta, es tierra de temblores y terremotos, tendría que ser un
verdadero cojudo para subirme a ese alambique mortuorio.
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