Ha muerto, sin desmerecer a Martí y Celia Cruz, el cubano más famoso en el
planeta, que tuvo la particularidad de
nunca siguir la carrera militar pero a pesar de ello siempre se lo veía con ese
atuendo castrense color verde. Por estos días, a Fidel Castro, como era obvio, le han comenzado a dedicar esas palabras exactas
que podrían ir en su epígrafe. Y todos “meten la lengua”, con justo derecho, sobre
el antiguo aspirante a actor de Hollywood,
y hasta los sabiondos, calculan
sobre cuáles serán las repercusiones de su muerte dentro y fuera de la
isla caribeña.
De todas las opiniones, sazonados con lamentos, o agravios y hasta rasgados de vestiduras que aparecen por
estos días, el más ridículo de todos ha sido
lo escrito temerariamente en las redes sociales por Ollanta Humala, en el que,
una vez más, insiste con ese falso
libreto de “firme” izquierdista y defensor de las causas populares, y se ve
como bufón torpe porque no hace reír ni mucho menos se aleja de ese papel ridículo.
Es ese mismo guion que aquí muchos mediocres títeres utilizan para subirse
al bus de esa izquierda honesta desaparecida con la muerte de Barrantes Lingan.
Muchos topos conservadores y mercenarios han vivido con ese falso careto de
izquierdista uno de ellos fue el famoso Henry Pease.
Pero ya, lo de Humala supera a cualquier palangana callejero vendedor de
mercachifles, cuando sigue con eso de “miente, miente que algo queda”, al
seguir con su cháchara comunista porque aún no se ha dado cuenta o no quiere
aceptarlo o no se acuerda que el resto de peruanos lo ve como el ex “felipillo”
de Telefónica y principal culpable de
que muchos peruanos no tengamos internet
en casa por los altos costos de ese
monopolizado servicio.
Es que existen dos tipos de políticos: los que persisten y luchan por unos
ideales solidarios y los que claudican a resignarse a ser simples monigotes del
billete y el poder; como ese impresentable pusilánime que embriagado gritaba:
¡Los héroes están muertos!
Para saber lo que fue Fidel Castro, solo tengo que compararlo con “El Che”
Guevara. El rosarino en fiel cumplimiento de sus ideales –buenos o malos, según
sea el caso- perdía la vida al internarse en esa insana jungla tropical boliviana;
mientras tanto, el poderoso y ambicioso Fidel muere longevo y rodeado de lujos
y con cientos de millones de dólares.
El tío cerró sus ojos rico en un país arruinado, salvo los integrantes de
esa especie de “casa real” cubana, que conforman los Castro y su corte.
Es que, si son políticos de Izquierda, derecha o de centro, no interesa, lo
que sí importa es cuan honestos son en su discurso con sus ciudadanos, porque, supuestamente
luchan por ellos, pero en la realidad, solo les interesa un morlaco.
En el Perú abunda los políticos me mierda, y encontrar uno distinto, es
tarea imposible, por eso rogamos al altísimo (qué tampoco existe) que los
nóveles en esta brega, sean honestos con su pueblo, si son una mierda que lo
digan (cosa que nunca ocurrirá) , al final la honestidad es lo que pide la
población, sino veamos cómo ganó Trump o Susy Díaz (tremendos ejemplos) fueron
honestos y el pueblo lo percibió así.
Es que estos farsantes son tan numerosos que faltaría papel para
enumerarlos, se asumen defensores del pueblo o son topos miserables y
siniestros charlatanes, egoístas de pura mierda, voraces e inútiles, dementes y
sanguinarios analfabetos, supersticiosos y torpes burócratas, resentidos y
corruptos dirigentes gremiales, fanáticos de la sangre y al culto de la
personalidad, que en la búsqueda de la riqueza, el poder y la frivolidad,
inventan tiranías y gobiernos dinásticos
con la excusa de buscar la igualdad y la justicia para su
pueblo. Vociferan la amenaza de sus enemigos imperiales que al final se
mimetizan con ellos y terminan siendo tan injustos como ellos.
Hoy, seguramente, saldrán a dar vivas por la lucha de clases, y con ese
conocido discurso al que nos tienen acostumbrados, pero todo es una farsa,
porque estamos en un campeonato de pendejos, a ver quién miente más y quien
reúne la mayor cantidad de incautos.
En esta América Latina atrasada el término caudillo debe ser considerado una mala palabra tanto como la mierda, porque desde el río Bravo hasta la Tierra del fuego, los distintos caudillismos de izquierda o de derecha o de centro que han aparecido, con sus diferentes matices, ha sido los principales causantes de nuestro subdesarrollo.
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