La Recoleta es un
pintoresco barrio del casco antiguo de la ciudad de Arequipa: la arquitectura,
sus callejuelas estrechas y adoquinadas, y ese cielo tan azul, le dan al lugar un aire
realmente apacible y agradable. Contrariamente, también en ese sector de la ciudad se erige la Gerencia Regional de Educación de Arequipa. Siempre,
se la ha conocido como el centro de todo
lo sucio y corrupto, pero, en los
últimos tiempos, se ha convertido en una verdadera madriguera y refugio temporal de un tipo de persona que por la forma de desenvolverse -según nos
cuentan- representa el perfil que
mayoritariamente poseen los que rodean al actual presidente de la región. Son personajes
que con sus abyectas maneras en estos momentos ensucian con la mediocridad de la
ineficiencia comunista la formación de miles de niños y adolescentes
arequipeños.
Al frente, había un viejo, algo aburrido y con
gestos del más rancio burócrata, pero, con ojos honestos e impotentes de no contar
con el poder de decisión de antes. A su costado,
había un
sillón vacío. En la mesa contigua, estaba el hombre sin rostro, pusilánime con
un enorme terror al mundo que se protegía con su único escudo: una pequeña
laptop. A su izquierda, parecía su gemelo:
el mismo traje y los mismos gestos, pero igual de simple, y más preocupado por
lo que marcaba el reloj en ese momento. Al fondo de ese aburrido pelotón del ocio y la
ineficiencia teníamos a una señora con
el típico rostro y las actitudes de la
más torpe y desmemoriada de las tramitadoras.
Aquel asiento vacío
pertenecía a la directora de aquella orquesta mediocre en esa vieja oficina de
Gestión Pedagógica. -Según cuentan- se hacía llamar: “Camarada Gina” e ingresó
arrogante, intentando con gritos hilvanar algunas silabas coherentemente. -Seguro- el desenvolverse en la vida como una afanosa
agitadora de plazuela no le dio el tiempo necesario como para ilustrarse un
poco con un buen libro y dejar el estado de limitada ágrafa que ahora exhibía con
sus alaridos y todo ese
vocabulario ordinario, como emulando al más tirano dictador norcoreano, despreciando a cualquiera que le pusieran al frente; atrás
quedaron sus días, cuando cabizbaja, deambulaba
como fiel ramona y se alimentaba con lo poco que le daba el pulular por los oscuros y polvorientos rincones de aquel Centro Federado, porque hoy, ingresaba soberbia y alborotada, deslizándose
escandalosa como el más mortal áspid, segura del poder que le daba ser los ojos y oídos del presidente de la región. Cada uno de ellos en esa oficina reveló con
sus inseguridades y perífrasis la baja condición
intelectual en el que se desenvolvían.
Esos “Camaradas” no
eran unos simples burócratas más, porque, muchos de ellos forman parte del
círculo más cercano del actual
presidente de la región Arequipa. Este abyecto y limitado grupo, si en algo se
parecen, es que reúnen todos, ese
exigente perfil que ha puesto a su gente de confianza Juan Manuel
Guillen Benavides. Es ese perfil del subdesarrollo, es el perfil
de la ineficiencia y el atraso. Hoy, los que dirigen las diferentes gerencias
que conforma el gobierno regional de Arequipa cumplen con el mismo riguroso perfil. Cuanta sucia miseria intelectual hoy organiza
y gestiona la educación de los estudiantes en la región Arequipa. Solo es la asquerosa
miseria de la ignorancia y la mediocridad, y directos responsables de que la
educación arequipeña y la peruana se encuentren en el sótano de América Latina.
La educación en el
Perú –y esto no es nada nuevo- se encuentra en un nivel paupérrimo y el que se
imparte en la región Arequipa no escapa a esta realidad. Una de las causas para
que se presente este grave problema es que las personas encargadas de la
gestión pedagógica están en un nivel
intelectual tan mediocre que se trasluce en el tipo de trabajo que
ejecutan.
En esa foto de la
sección social del diario “El pueblo”, lo veíamos al presidente regional de Arequipa,
Juan Manuel Guillén Benavides, muy desmejorado, lánguido y mortecino; como si la
enfermedad que padece lo estaría
consumiendo cada día más. Pero, el melanoma que soporta no se compara al cáncer
que el mismo y su perversidad están propagado por toda la región. Ese cáncer
maligno, lo denuncian los medios locales: son las asquerosas miserias de la
corrupción la ineficiencia el nepotismo y el despilfarro. Es ese vil egoísmo que
lo obliga a que le llegue al tuétano cualquier obra que beneficie a su
población. Es quizás esa egolatría y perfidia por un triste final que le hace mandar
al resto a la mierda, haciendo innecesario e intrascendente cualquier
obra que verdaderamente sirva a su comunidad. En su lugar, se deleita colocando en los cargos importantes a los más idiotas e incapaces, ventilando
a los cuatro puntos cardinales del valle
de Arequipa esas asquerosas miserias con el perfil de sus más repugnantes
camaradas.