Cuando
el padre de familia de este villorrio y de cualquier otro de la comarca, se
pregunta sobre calidad educativa. Su desconocimiento lo lleva a afirmar erróneamente
que un colegio es “bueno” cuando este cobra
la más alta pensión de la ciudad. El cándido papá observa la impresionante
infraestructura y cae en el cuento de que este centro de estudios no tiene nada que envidiarle a cualquier otro liceo
del primer mundo. Tremenda estafa que se ha difundido por este pueblo
aislado de la civilización como también por el resto del país. Porque si hablamos de educación superior, nos topamos
con que no existe ninguna universidad peruana
dentro de la lista de las doscientas mejores
que maneja la más exigente acreditadora
británica, y si a esta realidad la sumamos el estado en la que se
encuentran los colegios de secundaria desde el más destacado en Lima hasta el más
prestigioso de provincias, nos damos cuenta de la gravedad del problema.
Hoy
nos dedicaremos – y después de un buen
tiempo - a
escudriñar en la vida de otra institución educativa de la ciudad de Arequipa. Este
es el colegio Max Uhle.
“Cría cuervos y te comerán los
ojos” dice el dicho. Y es que esa simple
frase se vuelve una indiscutible
realidad cuando unos honestos conciudadanos nos ilustraron
como eran formados -o mejor dicho, cuidados-
los vástagos de una buena parte de la élite arequipeña.
Era
una soleada mañana. Al Misti, se lo veía
solemne como siempre, coronado con su manto
nevado y el verdor de la campiña combinaba alegremente con ese hermoso cielo
azul. El pasillo era largo y parecía casi interminable por el ritmo lento que
había puesto la amable anfitriona. Desde
ahí se notaba la moderna infraestructura de uno de los centros de estudios más
prestigiosos de esta ciudad. Lentamente se aproximaban a las aulas y el sonido del canto
agradable de las aves del enorme árbol contiguo
se iba apagando conforme se iban acercando
más al ensordecedor ruido de esos salones
de clase.
Ese
alboroto, que más recordaba a una estampida de ñus o a una jauría de bestias feroces, dentro de
la normal anormalidad, no era más que el eco de unos chavales criados al libre
albedrio. La anfitriona en un intento
vano de impedir la escena, pretendió dar
media vuelta de regreso, pero ya era tarde, se habían aproximado demasiado y desde esos cristales
se mostraba la escena más vergonzosa.
Muy
pocas miradas han descrito fielmente el
sufrimiento y la impotencia como las que se vieron esa mañana con sus gestos de humillado, cabizbajo y con los
hombros retraídos. Los pasillos se oscurecieron
dándole esa atmosfera decadente
y repulsiva. Un ser humano viril y orgulloso, profesional galardonado con maestrías y
doctorados, respetado por su mujer y sus hijos, una persona decente a carta cabal. De esa imagen triunfadora no
había quedado nada. Los insultos y las malacrianzas de unos ásperos adolescentes lo habían convertido en una verdadera piltrafa. Desde aquella ventana que hacía de marco mostraba
ese rostro horrorizado, mientras unas inocentes
mierdecillas saltaban descontroladas como el pop corn dentro de una cacerola caliente. La radiante luz de afuera no lograba siquiera
en algo atenuar la turbidez de la escena
y el paisaje fértil de la campiña se había vuelto tan estéril como los alaridos
de ese profesor y supuesta autoridad llamando
a la calma a esa mancha de salvajes.
El
nombre alemán de Max Uhle nos recuerda a un
pueblo caracterizado por la disciplina y el respeto a la autoridad. Muy
alejado de lo que se vive en ese colegio y en muchos hoy en día. La cultura
germana es muy respetada en el mundo y creo que hasta ellos se indignarían de saber que un colegio que se
dice alemán, se maneja con esta relajada filosofía, tan apartada
de esa rígida disciplina teutona. Estamos seguros que Goethe se cortaría la lengua
y Nietzsche los pondría al nivel de cualquier
tribu de Borneo.
La
filosofía de este colegio, desconoce que
la disciplina es necesaria, porque asi
se maneja en las mejores escuelas del mundo, pero, quizás,
sea ridículo hablar de esto en los
confines de los Andes. Ese orden y disciplina son desconocidos en buena parte
de sus genealogías haciendo que sus vástagos
lleven a su centro de estudios toda esa mala
crianza lóbrega e informal, junto con
toneladas de prejuicios y estereotipos. Algunas
veces, los que intentan cuidarlos y
formarlos al querer poner un alto
a sus majaderías se ven con las manos atadas porque los mismos progenitores con sus hábitos les impiden hacer algún cambio.
Así
se forman los que dirigirán una empresa o tendrán un cargo importante de funcionario
público o privado. Así se forman los que en un futuro no muy lejano depredarán
la ciudad y el país con su mala crianza. Y que mejor forma de interiorizarlo que humillando
al que
intenta educarlos. Estos mozalbetes,
en un futuro cercano consolidaran al
Perú como el campeón de la inequidad y que mejor aprendido dentro de la crema y nata de la barbarie tercermundista.
Nada
se podrá construir sin planificación, orden y disciplina. Sin estos valores, cómo
ese futuro empresario dirigirá su organización en un mundo tan competitivo como
este. Solo quedará el conformismo y el estancamiento de esa subdesarrollada
costumbre del egoísmo y la ineficiencia. Y para muestra un botón, el ex burgomaestre de
la ciudad de Arequipa el señor Yamel
Romero que ha sido considerado por la prensa local uno de los peores alcaldes de
los últimos tiempos, -según nos dicen- también
fue ex alumno de este colegio.