Cómo celebran las
nuevas autoridades elegidas. Fiestas por
doquier, conciertos bulliciosos y multitudinarios
donde se entremezclan la alegría
y el trago acompañando a esos numerosos ganadores. No es para menos, si ganar
una elección municipal, cualquiera que esta sea, hasta una minúscula alcaldía, es como hacerse acreedor del premio mayor de la lotería. Aquí ese espurio libreto de servir se arroja
al tacho de basura más cercano apenas se saben vencedores y apresurados afilan sus garras
y el gesto de caradura lo blindan
a prueba de balas, mientras sus impacientes colmillos empapados
de saliva esperan ansiosos el momento en
que asumirán ese cargo que les harán
hacerse de esos apetecibles recursos
públicos.
Hace una par de
meses estuve escuchando a ciertos insufribles, darle con alma a la Contraloría General
de la República. Consentidores de depredadores de distinto calibre, neonazis nikeis, demócratas cristianos y esas viejas
pitucas, integrantes de avanzadas religiosas y fundamentalistas, descargaban sus baterías en contra de lo que
debería ser el principal ente regulador de este
sistema peruviano de comienzos del siglo XXI.
En este reciente periodo
de crecimiento, hemos notado como se ha
ido incrementando el presupuesto de los
diferentes ministerios y organismos del estado. Esta economía
tercermundista exportadora de productos
primarios ha originado millones de nuevos
soles que ahora pueden ser invertidos en proyectos de desarrollo que deberían beneficiar a toda la población. Pero, es frustrante saber,
cómo un gran número de funcionarios y
autoridades estatales, gracias a estos enormes
recursos se han convertido en los nuevos ricos de este neoliberalismo con más
agujeros que un queso gruyer. Miles de sinvergüenzas
con el título de alcaldes, por ejemplo, aprovechando
un vacío legal o la atadura de manos de esta institución, están amasando importantes fortunas con la plata
de todos, y son tan caraduras, porque, a pesar que la población los ha descubierto, persisten
en su saqueo, porque saben que cuentan con una total impunidad.
El régimen dictatorial
de Alberto Fujimori (Según los cálculos de la PUCP) esfumó
4 mil millones de dólares y una vez que
finalizaron los gobiernos democráticos de Alejandro Toledo y Alan García, ambos tuvieron que hacer frente a diversas
denuncias relacionadas con la misma porquería.
Asimismo varios presidentes regionales hoy están siendo procesados por
esa lepra tan peruana.
Muchas veces hemos oído
culpar de nuestras desgracias a factores externos (potencias occidentales o guerras perdidas). Pero, lo cierto es que, una de las principales causas de nuestro atraso
ha sido el pensamiento miserable y egoísta de muchos compatriotas, que se
nota cuando asumen algún cargo de funcionario del estado que va tener
en sus manos importantes recursos
públicos. No sé si se deberá a esa hambruna permanente o la pobreza diseminada
durante siglos dentro de nuestra población
que el tiempo ha hecho que toda esa podredumbre se aloje en sus genes, aflorando en esas conductas y
pensamientos, que los obliga a actuar
como perros hambrientos en busca
de los billetes del erario
público. Ávidos insufribles, atestados de corruptela, saquean
nuestros recursos, sin detenerse a pensar, por un momento, que mientras
cagan al país, cagan también a su prole
y genealogía, que se han contaminado
tanto como ellos, con toda sus miseria y decadencia descarada.
Cuanto habríamos
avanzado con esos miles de millones de dólares bien invertido. Cuanta infraestructura
en hospitales, bibliotecas, represas,
carreteras se hubiera construido con todos esos recursos. Cuanto
hubiéramos avanzado si esos capitales no hubieran terminado en los bolsillos de
tanto pobre diablo, porque al final son eso, salvajes y hediondas
termitas, ignorantes que no saben del daño que hacen.
Yo me pregunto, qué hubiera ocurrido si los funcionarios
alemanes que manejaron los cientos de millones de dólares del Plan
Marshall, hubieran actuado como estos bárbaros ¿hubiera ocurrido el milagro alemán?
Lo dudamos mucho.
Quizás uno de los
peruanos más decentes que he conocido últimamente, fue aquel funcionario de la Contraloría General
de la República. En
esa corta, pero muy valiosa entrevista, coincidimos
en la idea de que los rateros y pendejos de corte ingles los encontramos tanto
en Lima, como en Londres o en Singapur, pero la diferencia está, en que aquellos países,
cuentan con órganos de
control con unos tentáculos y poder que hacen pensar dos
veces a esos funcionarios que son tentados con meter garra en las arcas abiertas del estado. Con una contraloría
fortalecida así, a ver si ese depredador hijo de puta se
atreverá a llevársela fácil por creer que la plata llega sola.
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