Este año
el Festival de Viña del Mar nos dejó una
interesante lección, sobre todo, para aquellos latinoamericanos
que siguen arrastrando esas malas crianzas que hoy resultan ridículas.
A Colombia, en los
últimos años, le han dado un tratamiento poco
recomendable para un país que busca un futuro digno para sus habitantes: la
corrupción de un Narco-Estado, la violencia para-estatal, la enorme inequidad y otros males, lo han vuelto tan invivible que parte de su pueblo ha iniciado una diaspora por distintas partes del mundo. Uno
de ellos fue Gabriel García Márquez, quien prefirió pasar sus últimos días en México –que ya
es decir mucho-.
¿Y porqué Colombia sufre estas plagas? ¿Por qué su población permite semejantes injusticias y sometimiento?
Quién diría que la presentación del colombiano Carlos Vives en el Festival de Viña del Mar, un evento artificial y hueco pero muy conocido, nos iba a brindar esas respuestas que estábamos buscando.
Aquella noche, el monstruo de
la Quinta Vergara se encontraba danzando al son del interprete de "La gota fría", cuando, de pronto, emocionado, Carlos Vives, detiene su vallenato para rendirle reverencia a una cantante española que se encontraba en la platea. Esto no hubiera pasado de esos acostumbrados saludos que acostumbran dar este tipo de artistas en el escenario, pero, el nacido en Santa Marta, se le ocurrió decir: "nuestros antepasados españoles". No
había, ni bien culminado de articular aquella frase, cuando un
estruendoso coro de chiflidos comenzó a venir desde el público. Los
conductores absortos no podían ocultar su sorpresa ante semejante y espontanea reacción del público chileno después de que Carlos
Vives pronunciara: "nuestros antepasados españoles".
Pero, ¿Qué ocurrió en Viña
aquella noche? ¿Porque el público chileno rechazó con silbatinas las
expresiones que profirió Carlos Vives, afirmándose descendiente de
españoles e incluyendo al público chileno cuando aplico la palabra "nuestros"?
La respuesta es simple, y, esta
tiene que ver con la conocida identidad nacional y la conciencia de soberanía. Para nadie es un
secreto que una de las sociedades más cohesionadas y que han avanzado
mucho en el camino de formarse como un Estado-Nación moderno dentro de los
países de Latinoamérica, ha sido Chile. A pesar que la mayoría de chilenos
étnicamente son similares a los españoles, su identidad nacional y étnica los identifica más con el país que han nacido que con su antigua metrópoli colonizadora, este caso España.
Grandes contradicciones
tenemos los latinoamericanos. Mientras países como Uruguay, Argentina y
Chile, conformados mayoritariamente por poblaciones de origen
europeo (sobre todo en las dos primeras), buscan formar una
identidad nacional mucho más fuerte, y que, casi lo han logrado en
Chile, el resto de países con mayoría de población autóctona y no occidental como
Colombia, México, o Perú, siguen obsesionados con “blanquearse
la piel” y ocultar sus orígenes indios o negros,
y en esa desesperación se obstinan en mantener
anacrónicas costumbres hispanas coloniales como el caso de las Corridas de toros, los prejuicios raciales, el fanatismo religioso,
etc.
México, Colombia y Perú, si analizamos sus sociedades, encontraremos que, todos ellos, arrastran males cuyos orígenes están en esa forma de pensamiento que mellan
constantemente la autoestima de sus pueblos, vulnerándolos para aceptar esa inequidad, explotación, expolio de
sus recursos naturales, creándoles la percepción de que, carecen
de la capacidad suficiente para poder manejarse de forma autónoma y soberana.
Muchos funcionarios públicos, intelectuales y artistas como Carlos Vives ayudan en esta tarea de impedir el desarrollo de una conciencia de nación en sus países, cuando alientan el colonialismo mental al continuar añorando al ex amo y el estado servil en el que se encontraban estos territorios americanos cuando eran parte del Imperio español.
Esto debe ser una de las principales causantes por qué dentro de América Latina aún no exista un país desarrollado, ya que, todavía encontramos millones de latinoamericanos con ese pensamiento adolescente, condenados a una especie de invalidez mental que les impide desarrollar el pensamiento autónomo y soberano que sí poseen los estadounidenses y franceses.
Esa astenia provocó la derrota argentina en la Guerra de las Malvinas y el desastre mexicano en toda su historia o el actual infierno colombiano, y que son realidades que muchos latinoamericanos no pueden ver porque poseen un cerebro colonizado parecido al de Carlos Vives.
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