miércoles, 30 de octubre de 2019

La Segunda Independencia de Latinoamérica



Tuvieron que pasar doscientos años para que los latinoamericanos nos demos  cuenta que los pueblos milenarios que habitaron nuestras tierras no eran menos que nadie.
Esa bandera mapuche hondeando sobre esa población chilena reclamando sus derechos nos demuestra que  la valoración de nuestras culturas primigenias no se  limita a lo que escribimos sino que ya es una verdadera corriente de pensamiento en el hemisferio, inspirando autoestima, sentido de pertenencia, Estado, nación,  y claro, también dignidad y lucidez.
Una parte de Sudamérica inspira su reclamo en esas enseñanzas que nos han dejado nuestras culturas indígenas como se  les conoce aquí, aunque, en realidad, deberían nombrarnos como: quechuas, aimaras, mapuches, charrúas, guaraníes, etc.
Como reguero de pólvora se ha ido esparciendo por la región, primero fue en el Ecuador, donde estas agrupaciones hicieron sentir su fuerza contra la injusticia, luego siguió Chile, con ese millón de personas colmando las calles y esa fotografía en donde se ve a un pueblo levantando en las calles de Santiago  el emblema mapuche.
¿Y el Perú?
Aquí estas grandes hazañas que están escribiendo nuestros hermanos  latinoamericanos han sido opacadas por las ensordecedoras detonaciones de las procesiones moradas o quizás fueron las bulliciosas celebraciones por la caída del fujimorismo que mantuvo el país en sus manos durante estos últimos veinte años.
Parece que estaríamos condenados a ser simples espectadores.
Como hace doscientos años, justamente, en la época de independencia, cuando, entre 1809 y 1810, se formaron Juntas de gobierno en distintas ciudades de Sudamérica, salvo,  en el territorio del virreinato del Perú.  
En esa época el miedo era una de las principales razones para que la población no abrazara las ideas emancipadoras, ya que la represión española después de la rebelión de Túpac Amaru II (la primera gesta independentista en Sudamérica) costó la vida a más de 100 mil personas, esto quiere decir que victimaron a acerca del 10 % de la población total del virreinato del Perú de aquella época.
Las represalias fueron muy sangrienta y abarcó  a gran parte de la población por estas razones ese temor permaneció en la memoria de los peruanos hasta cuando inclusive llegaron los ejércitos de San Martin y Bolívar, por eso es sorprendente y hasta jalado de los pelos ver esa marcada hispanofilia que aun hace presa de muchos cholos peruanos desde Pumacahua hasta Ollanta, Toledo o Vizcarra.
Este actual resurgimiento andino en la población del Perú hoy se está dando silenciosamente de forma pacífica, pero entre catacumbas, por el  mismo temor que padecía el peruano  hace doscientos años, pero ese miedo ahora no es a la espada de la opresión española,  sino que ahora,  lo produce el verse confundido con  esos estereotipos remanentes de la pasada época del terrorismo.
Los estudiosos del tema, ya lo anunciaron, después de Caral, Chavín, Wari y los incas, en estos momentos, se está viviendo en el Perú una nueva reunificación andina.  Lo paradójico está en que este movimiento de resurgimiento andino a eclosionado,  donde fue el reducto de una decrépita hispanidad, y ha liberado en la ciudad esos valores milenarios de respeto a la naturaleza, a la vida, al verdor, y ha rescatado su simbología milenaria con  el puma y el cóndor.
Hoy Arequipa está demostrando al Perú y a los peruanos que no en vano se nace a los pies de un imponente volcán activo.
Estamos seguros que esta ciudad y su pueblo lúcido no permitirán la toxicidad ni el veneno y protegerán su valle.
Arequipa,  enriquecerá su historia una vez más siendo  el baluarte de la dignidad en el Perú.



miércoles, 16 de octubre de 2019

La ilegal disolución de la URSS


Han pasado casi tres décadas desde que el mundo vio sorprendido como una de los dos únicas superpotencias de aquella época, en este caso,  la Unión de Repúblicas  Socialistas Soviéticas (URSS), se desintegraba, surgiendo de ella lo que ahora conocemos como la Federación rusa y un  numeroso grupo de países que han venido a engrosar el tercer mundo.
En pleno siglo XXI y después de analizar los acontecimientos que se produjeron en el planeta después de esta histórica disolución,  llegamos a la conclusión, que fue un hecho nefasto para todos los habitantes de esta aldea global.
En mayor o menor medida, todos fuimos afectados negativamente, inclusive, los Estados Unidos, ya que,  desde esos años sus ciudadanos no solo han visto disminuir sus derechos individuales sino también   ese notorio estado de bienestar que antes gozaban., Hoy más bien, de la tierra del Tío Sam  llegan estadísticas marcadas de inequidad y enormes diferencias de ingresos entre su población.
Cuando existía la URSS  había una especie de competencia entre las dos superpotencias, y los distintos gobiernos de los Estados Unidos no permitía mostrar aspectos negativos de su sistema económico, social y político, lo cual, hubiera servido para que los soviéticos hicieran escarnio de ellos, por eso, la población vivía bien. La existencia de otro sistema competitivo beneficiaba a la mayoría de la población estadounidense, cosa que fue decayendo desde la desintegración de la Unión Soviética. 
Inclusive la misma Federación rusa que  heredó la membresía de la URSS, a pesar de su actual crecimiento como potencia militar global  y equiparar y hasta superar en algunos aspectos a los EEUU, aun no logra tener el poder que ostentó cuando integraba la  Unión Soviética. La crisis demográfica es imparable en todos los estados que conformaron  la ex URSS y sus economías ni se asoman a la época soviética.
En cuestión de seguridad tampoco para el planeta fue beneficioso, porque hoy estamos más cerca de un enfrentamiento nuclear entre los EEUU y RUSIA que cuando existía la URSS.
Incluso el mundo en esos años era más democrático que ahora, porque convivían dos ideologías, dos sistemas políticos y económicos enfrentados, y en medio, los estados no alineados, beneficiándose de esas pujas por ver quién era la mejor opción. Hoy no existe eso y el mundo está más vulnerable a todo tipo de atropello, porque ya no interesa defender nada, hay una especie de anarquía, solo vale la depredación, y prevalece  un galopante conservadurismo fascista.
En fin son muchas las razones que nos hacen pensar que la desaparición de la URSS trajo  al mundo nefastas  consecuencias.
Pero no solo eso. Porque si uno se detiene a  analizar acerca de cómo se sucedieron estos hechos, nos daremos cuenta que esta desintegración fue ilegal.
¿Y por qué lo decimos? por la  existencia de un acontecimiento acaecido  por esos días que nos demostraría lo irregular de esta disolución.
Nos estamos refiriendo al referéndum que se celebró ese domingo 17 de marzo de 1991,  por el cual, los votantes de esa federación contestaron la siguiente pregunta:
« ¿Usted considera necesaria la preservación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas como una federación renovada de repúblicas soberanas iguales en la que serán garantizados plenamente los derechos y la libertad de un individuo de cualquier nacionalidad?»
Los resultados de dicha consulta fueron los siguientes: un 77.8% votó para que la URSS continúe existiendo.
A  pesar de estos resultados y desoyendo la voluntad popular, Yeltsin y Gorbachov,  disolvieron la URSS ese 26 de diciembre de 1991.
De acuerdo a estas evidencias, la disolución de la URSS fue un acto ilegal, por lo tanto, los actuales ciudadanos que habitan cualquiera de estas ex repúblicas que integraron ese antiguo estado  tienen todo el derecho de reclamar su restablecimiento, porque sería de ley.


Ridley Scott en su Waterloo

  Las oscuras nubes de unas horas bajas no solo ensombrecen a Occidente en su enfrentamiento con Rusia para conservar la unipolaridad en el ...