La democracia que a duras penas se estaba consolidando en
el Perú hoy está amenazada y corre el peligro de desaparecer como en 1992,
cuando esos poderes externos y endógenos después de destruir el país, lo
entregaron, moribundo, a la dictadura de Alberto Fujimori. Este cleptócrata,
como lo hizo el virrey Toledo en el siglo XVI, organizó el país para ser
expoliado por un buen tiempo.
Ahora, en pleno siglo XXI la destrucción de un Estado es más
eficaz y súbita, porque solo tardó unos meses, y ahora, como a finales del
siglo XX, estas fuerzas están enfrascadas en instalar un régimen dictatorial
para “reordenar” de nuevo el Perú luego de la devastación causada por las cuarentenas
de Martín Vizcarra.
Los poderes hundidos en el cerrilismo, los prejuicios y
los miedos infundados, hoy se han reunido en una falange ultra y antidemocrática
para colocar a Keiko Fujimori en el cargo de presidente de este país. El poder
que movilizan incluye a las encuestadoras, medios de comunicación, y hasta a la
misma ONPE creada para estos fines en los años noventa. Lo cual nos indica que
la batalla por el Perú desencadenada por estas fuerzas será sucia,
antidemocrática y no dará tregua.
A diferencia de 1989, hoy los verdaderos peruanos demócratas estamos
advertidos.
La democracia como único sistema político, en donde, se
respeta la libertad de expresión y los derechos fundamentales de la persona
pende de un hilo si se cumplen los designios de estas fuerzas que se obstinan en
desconocer la voluntad popular de la mayoría de la población peruana colocando a
Keiko Fujimori como la futura déspota de este país.
En este gobierno de Francisco Sagasti y el trabajo demostrado
por el actual Congreso, los peruanos han vivido casi una democracia perfecta y
sus beneficios que esta conlleva.
Esta democracia que se sustenta en la independencia y
equilibrio de los Poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, en la práctica,
benefició a millones de peruanos cuando el Parlamento emitió normas como
la devolución de las AFP. Esto no hubiera sido posible si el Ejecutivo hubiera
tenido sometido al Legislativo.
Está claro entonces, en esta puja de poderes salió beneficiado
el peruano común y corriente.
Todo esto acabará si Keiko Fujimori ocupa el Ejecutivo. Porque
en el nuevo Congreso que comienza sus tareas este 28 de julio, los integrantes
de su partido Fuerza Popular, sumados a las agrupaciones políticas afines tendrán
mayoría. Esto significa que, Keiko Fujimori, dominaría también el Legislativo y
con esto tendría todo el poder para “reorganizar” al Perú sin oposición alguna como
lo hizo su padre y también lo hicieron otras dictaduras del mismo corte ideológico
como Videla o Pinochet.
Todo este holocausto que pende sobre las cabezas de los peruanos lo evidencia el actual equipo técnico de Keiko Fujimori.
La escena es patética, mientras esta candidata presentó a
los nuevos integrantes de su equipo técnico entre cuatro paredes y repleto de periodistas
afines, al otro lado de la acera, en Puente Piedra, lo veíamos a Pedro Castillo
acompañado de miles de peruanos recogiendo ese firme multitudinario antifujimorismo
peruano.
Esta actual crisis económica que está viviendo el país va
empeorar con el equipo técnico presentado por Keiko Fujimori reciclado
del pasado gobierno de su padre, junto a otros nuevos rostros como un tal, De Medina, que ya adelantó que las primeras medidas económicas se centrarían en el
endeudamiento con la banca internacional. Incompetencia total al no poder
buscar otras soluciones aparte de los acostumbrados préstamos y los impuestos.
Lo que está pasando en Colombia, podría ocurrir en el Perú
si Keiko Fujimori continua con ese equipo técnico amenazando a los peruanos con
medidas obtusas, irracionales y antipopulares que ya hemos sufrido con su padre,
grabando de impuestos a los más necesitados, endeudándonos con la banca
internacional, trayendo con esto la recesión, el desempleo, y el aumento de precios
a los productos de primera necesidad, lo cual, desencadenarían protestas y
marchas que traerían inestabilidad al país. Keiko Fujimori, de llegar a ser presidenta,
para poder tranquilizar las calles, aprovechando esta época de pandemia y
teniendo al Congreso a su favor, aplicaría medidas restrictiva y peor aún, emitiría
normas que iría en contra de los derechos fundamentales de los peruanos, y esta represión, ya
se ha visto, solo traería, muertes de inocentes jóvenes.
Los libros extranjeros y también los locales, ya nos habían
advertido sobre lo torpes que son las élites que dominan el Perú, y lo
demuestran, con los métodos que están aplicando sus mercenarios en contra del candidato
Pedro Castillo, como los últimos de ellos: rudimentarias operaciones de bandera
falsa como cuando te colocas piedras en tu estrado y reclamas que te lo han
arrojado. O envías a unos reporteros de canales “amigos” para que sean
agredidos por tus propios infiltrados. O cuando compras a un “topo” para
dejarse "chuponear".
Hoy existen dos opciones para esta segunda vuelta: la de
Keiko Fujimori, representante del extremismo de derecha y el fundamentalismo
neoliberal y, como hemos visto, representando, una seria amenaza para el sistema
democrático. Por otro lado, tenemos, a Pedro Castillo que, con la presentación
de su equipo técnico, se posiciona básicamente en el centro político y con una ligera,
casi imperceptible, línea izquierdista.
Los organismos internacionales imparciales, deberían observar
este proceso electoral peruano, pero no solo nos referimos a los acostumbrados,
si no, junto a ellos, deberían exigir la presencia de observadores internacionales
que representen el actual multilateralismo que hoy impera en el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario