Este sábado, en un partido de la Liga Española de Fútbol, -para
ser más exactos- entre el Barcelona y el
Getafe. Me llamó mucho la atención ver
que los jugadores del barza lucían una camiseta distinta a la que siempre nos tenían
acostumbrados. Ese día el equipo del FC Barcelona llevaba los colores de la bandera catalana y claro,
ese detalle no era una simple casualidad, sino más bien era una muestra clara de su adhesión
con las protestas de ese más de un millón de ciudadanos que la semana pasada reclamaban en sus calles la independencia de Cataluña.
Ese reclamo separatista, no es algo
ajeno para nosotros, ni mucho
menos. Esos carteles que decían: “doscientos
años de ocupación” “Somos una nación”, lo
compartimos en todos los sentidos, porque
lo sentimos y entendemos, como si se
tratara de nuestra propia lucha, porque
los peruanos lúcidos y algo leídos sabemos lo que significa haber sufrido el dominio hispano con su idioma y
cultura. Ya que todavía encontramos en esta Hispanoamérica tercermundista gente
empecinada con ese pasado colonial, hinchándoles de orgullo una hispanidad que a
nosotros la verdad nos parece hasta ridículo.
España llegó en 1532 y a punta de garrote y arcabuz a esos millones de peruanos les impuso un idioma ageno, haciéndoles olvidar
su Runa Simi y aquellos
sobrevivientes, esa España los
bautizó, identificándolos con nuevos nombres, ahí nacieron junto con los felipillos, los José y los Pérez, desechando
para siempre sus genuinos condoris
y quispes. Por eso, hoy es común en esta comarca, que ese 80 % de personas con rostro peruano, deambulen por las calles limeñas, queriendo ser o creyéndose enfermizamente españoles, porque el lavado de cerebro fue muy eficiente,
ayudado por una tonta publicidad y una formación
que todos los días les hace avergonzarse
de su natural rostro inca, obligando a los más abatidos a hacer cola en
el cirujano para quitarse esa nariz ancha o ese rostro redondo o sino constriñéndolo para ir donde el jurista para cambiarse clandestinamente su verdadera identidad.
Los entendemos catalanes, pero, ustedes
están en mejor situación que nosotros,
porque siquiera a ustedes la metrópoli les deja todavía poseer escuelas
y universidades en donde a sus hijos se les puede enseñar su idioma nacional el catalán. Aquí en el Perú de hoy, los herederos de esa insolente y coercitiva hispanidad
han
prohibido la enseñanza del quechua (nuestro verdadero idioma nacional) en
nuestras escuelas y universidades. Negando de esta forma a nuestros hijos el conocimiento de un idioma rico en sabiduría y armonía.
Los entendemos catalanes, porque aquí en
estas tierras todavía divagamos en la pregunta qué nación queremos formar, sin darnos cuenta que poseemos una milenaria cultura en el cual podemos hallar esa respuesta. En cambio
ustedes lo tienen bien claro, ya que hasta idioma propio poseen.
Los entendemos y nos parece justa su
lucha. Esperamos también que no sea algo pasajero y aislado, ya que su pedido es justo. Aquí no sucede lo mismo, la ignorancia es una enfermedad nacional y los
que dirigen y norman son tan necios y tercos que los hacen girar en esa
eterna confusión, dañándoles permanentemente su amor propio.
Los entendemos catalanes, porque ustedes
están más cerca de obtenerlo. Su
independencia mental ya lo han conseguido; en cambio los ´peruanos seguimos férreamente colonizados, sometidos, y
encadenados paradojamente por nosotros
mismos, colocándonos obstinadamente orejeras y vendas para no ver que las llaves
de nuestros propios grilletes los tenemos tan
cerca y al alcance de nuestras propias manos.