Con el respeto al ágrafo e ignorante.
Y digo respeto, porque hasta lo merece
el mas insignificante ser vivo que puebla este planeta. Agradezco al destino
el haberme puesto una biblioteca escolar,
para mi propio uso, cuando apenas tenía siete años. Como doy gracias
también a esa Enciclopedia Sopena que por
esos tiempos, lo leí, hasta que no quedó ningún tomo indemne que pueda
acreditar esas innumerables correrías.
Soy libre, hace buen tiempo, de cualquier prejuicio, estereotipo o
superstición. Y dentro de lo poco que he
aprendido, puedo asegurar
que la democracia, respetando los
derechos individuales, es el sistema
menos nocivo al que ha evolucionado la especie
humana.
El peruano en su gran mayoría
está aquejado por un terrible mal. Y esta
dolencia no es la pobreza como muchos
creen. Esta fatal enfermedad
que se ha vuelto endémica en toda
esta comarca es la ignorancia. Lo padecen pobres y ricos. Deben ser –sin
lugar a dudas- uno de los más atrasados pueblos del mundo, (incluyo a muchos
familiares de este servidor, por si
acaso). Y lo digo también con frustración, porque sé, y pondría mis manos al fuego,
que esto nunca va cambiar, es un eterno círculo
vicioso en el que giran ya varias generaciones.
Soberbios profanos, que nacen, crecen, se reproducen y mueren, dentro de un total oscurantismo. Permitido por
todos, desde el viandante, el cura hasta el político.
A muchos, les conviene mantenerlos así. Están en su derecho. No les
discuto. Total, que después de conocerlos, vivo -sin
exagerar- tan aislado al peruano común, que mi círculo
social se ha reducido casi al nivel de un judío polaco en plena ocupación nazi.
El cardenal Cipriani, sabio
conocedor de las debilidades de sus píos corderos, propone un referéndum porque astutamente conoce
que sus ejércitos de feligreses son mayoría en este país, y si algo les va a caracterizar, es que, esa biblia
que terminarán de leer este año, quizás sea, el único libro que leerán en toda su vida. Sus
hijos jalaron la prueba PISA y a duras penas
aprenden a leer casi finalizando la primaria; esto quiere decir, que esta ignorancia está asegurada para las
futuras generaciones.
Esos prejuicios, miedos y estereotipos que abundan dentro de las sociedades más
ignorantes e iletradas sazonan también el pensamiento y las actitudes de la mayoría
de los peruanos. La última encuesta lo
corrobora. Más del 70% de la población
se opone al aborto terapéutico y a la
unión civil de parejas homosexuales.
Esta es la realidad de los que mantienen a esta sociedad como está,
corrupta y con autoridades infectas. Eligieron
en su momento a Fujimori y a Susy Días y
hoy, en pleno siglo XXI, estos con rostros de indio se cambian el
apellido a uno español para que los vean como más humanos. Prefieren que su
hijo se quite la vida antes que aceptarlo como homosexual. Se oponen al aborto
cuando niegan que sus hijas y sobrinas disfrutan de una sexualidad irresponsable, terminando al año, más de 400 mil de ellas en el aviso del diario
que dice: “solucionamos tu atraso menstrual”. Y les da asco el homosexualismo
porque desconocen que la ciencia ha descubierto que un hijo
homosexual lo puede tener cualquier pareja heterosexual, yo, tu o el.
Exigen un referéndum, a los que poseen un conocimiento deprimido y nutrido con la peor educación de
Latinoamérica, las escasas bibliotecas, la nula lectura, la vil televisión basura y una prensa en manos de monopolios tan conservadores y malintencionados que junto
con los políticos y la iglesia, han
jurado proteger este, su tablero de
ajedrez, para siempre.