miércoles, 20 de agosto de 2014
Eva Ayllón y la soberbia inferioridad
Caminar por cualquier ciudad peruana es una experiencia excepcional. Te encuentras con una enorme variedad de rostros, algunos alegres otros no tanto, pero, eso sí, la gran mayoría te permitiría una palmada en la nuca sin siquiera hacerte algún reclamo.
Por esas calles también marchan distintas parejas de enamorados, hombres y mujeres (o también del otro equipo), juntos abrazados o tomados de la mano, blancos con blancas, cholos con cholas, mestizos con mestizas, chinos con chinas, negros con blancas, cholos con negras, blancas con negros, mestizos con blancas, etc; en fin, una enorme variedad de cruces van juntos armoniosamente mostrándonos sus distintas combinaciones.
Pero hay algo que nunca vas a encontrar: una pareja conformada por dos personas afroperuanas. Yo, particularmente, no he visto ninguna. Pareciera que se habrían puesto de acuerdo para no andar juntos. Seguro que la respuesta a esta y otras interrogantes nos lo dará la conocida interprete afroperuana Eva Ayllon.
Hace algunos años, Jaime Bayly la tenía como invitada en ese programa de televisión, y una pregunta efectuada por el afligido periodista provocaría en la cantante criolla una respuesta que nos revelaría sutilmente muchos aspectos interesantes.
El ex niño terrible preguntó a Eva: ¿Por qué los hombres con los que había tenido sus hijos, eran todos blancos?
¬Un corto silencio enmudeció el estudio, para que luego de unos segundos, la afroperuana respondiera: “Para mejorar la raza, pues Jaime”.
“Para mejorar la raza” fue la respuesta que utilizó la conocida intérprete.
Una frase que muchos lo han repetido y lo repiten coloquialmente en este país. Pareciera intrascendente pero bromeando describe desgraciadamente un enorme y clandestino complejo de inferioridad.
Esta expresión aparentemente inocente es una terrible costumbre que como el peor toxico todo este tiempo les ha ido corroyendo la dignidad porque expresa crudamente de cómo algunos peruanos se resignan a creerse descendientes de una supuesta raza inferior y para que no duela tanto lo digieren con mofa.
Ese “para mejorar la raza” no es más que la respuesta del achicado, del que acepta un supuesto origen dañado, un ADN degenerado, imperfecto y subhumano. Ahí está seguro la respuesta de cómo tantos al sentirse inmundos se han habituado a desenvolverse entre tanta corrupción y decadencia.
Ese “para mejorar la raza” en esta época es una completa cojudez, sabiendo que para ser feliz o el peor de los miserables, el color de la piel nunca será requisito indispensable.
Algunos pendejos, hace buenos siglos, a la ascendencia de Eva Ayllón como a muchos otros, les hicieron creer que el tener la piel más oscura significaba ser primitivos, feos y pobres, y muchos se la creyeron, y hoy, a pesar que han dejado la pobreza material, siguen arrastrando la miseria moral, aquella que no te saca de esa postergación al que uno mismo se ha recluido, haciéndoles cargar esa pesada cruz de inferioridad que será siempre un importante obstáculo para que esta sociedad se libere de los prejuicios y la discriminación.
Eva Ayllón, con su respuesta nos dio valiosas enseñanzas de cómo están formados muchos y el por qué los afro descendientes con ese tipo de pensamiento lentamente en este país se van extinguiendo.
viernes, 15 de agosto de 2014
¡Montonero arequipeño … Carajo!
Usted se preguntará: ¿Qué se siente ser arequipeño? Tal
vez, estas conocidas estrofas
mistianas les resuma la respuesta.
Montonero arequipeño,
Ahora que acabó la guerra,
Guarda tu viejo uniforme,
Galonado con heridas.
Montonero arequipeño,
Has luchado en cien combates,
Pero es preciso que ahora,
Retornes a tu morena,
Ay,
así, me gusta cholito,
Cholololo picantero,
Dale,
dale, dale un besito,
A tu encantadora prenda,
Y brinda con arrogancia,
Por tu preciosa morena.
Recio cholo arequipeño,
Orgulloso como el misti,
Bonachón cuan tu campiña,
Querendón como ninguno.
Montonero arequipeño,
Has luchado en cien combates,
Y brinda con arrogancia,
Por tu preciosa morena…
¡VIVA AREQUIPA CARAJO!
sábado, 12 de julio de 2014
Vladimir Putin, el último de la estirpe
En estos tiempos, en donde los
gobernantes no se pueden quitar de encima esa ingrata reputación de
burócratas peleles y títeres estólidos, sometidos al capricho y designio de ocultos intereses de distintos poderes, se hace difícil creer que dentro
de la historia de la humanidad hayan surgido hombres que por
sus propias capacidades y virtudes lograron cambiar los
destinos de toda su nación.
Parecía que este mundo moderno con
su cruda realidad frívola y decadente había acabado con esas épicas historias donde los líderes dejaban a un lado sus apetitos
personales y tomaban la arriesgada tarea de hacer de sus pueblos uno completamente distinto, uno más fuerte, soberano y
digno.
Cuesta esfuerzo creer que en el pasado hayan podido existir paladines
como por ejemplo Pachacutec, que en el siglo XV transformaría para mejor al
pueblo quechua y a todo el territorio andino conocido, como también lo hicieron en su
momento Gengis kan, Alejandro Magno o el mismo Napoleón, cuando rescataron
a sus poblaciones de la anemia y la subordinación, para
transformarlos en grandes y poderosas potencias. Porque en la historia de
los distintos países del mundo, no hay peor injusticia que ver
a importantes pueblos, sumergidos en el estancamiento, mereciendo por su valía otro destino.
Las palabras vertidas por aquella
francesa esa soleada mañana en plena plaza de armas de Arequipa en 1998, afirmando que la situación de Rusia de finales de esa década de los
noventa se asemejaba más a la realidad de un país del tercer mundo, nos parecía exageradas e injustas con esa nación.
Ya han pasado cerca de dieciséis años desde que aquella parisina, con conocimiento de causa, resumía la caótica situación por la que atravesaba en ese momento la
Federación Rusa. Me pregunto si hoy seguirá pensando lo
mismo. Eso, lo dudo mucho, porque desde que asumió el poder Vladimir
Putin, los avances rusos son evidentes.
No solo a mejorado el bienestar de la mayoría de su población, si no que también, el ex KGB, una vez que puso orden en
la casa, se enfocó en la política exterior, en ese campo, gracias a la eficiente reinversión de aquellos importantes recursos producidos por el “boom” petrolero de principios de la década del 2000 hicieron posible la modernización de su enorme aparato industrial - militar posicionando de nuevo a Rusia como superpotencia mundial, así que, ya no volveremos a ver campañas como Kosovo, Serbia, Libia, en donde la OTAN se manejó al libre albedrío. El punto de inflexión fue la campaña de Georgia de 2008, y Siria fue la consolidación del nuevo poder ruso.
Como se pudo observar, en el 2008 fue el Cáucaso y luego será Ucrania, ya que como México para
Estados Unidos, es un territorio clave para su seguridad.
La
firma de tratados de asociación con Bielorrusia y Kazajstán solo es el
preámbulo de que en los próximos años seguramente nacerá una nueva
federación de estados, siguiendo el mismo proceso de formación que tuvo
la ex URSS después del periodo de caos que sobrevino a la revolución de octubre
de comienzos del siglo XX.
Después de ese complejo proceso de
desintegración que sufrieron los territorios ex soviéticos, daba la
impresión que la anarquía provocada por decadentes gobernantes como Boris
Yeltsin, sería el triste final para la heredera de la ex superpotencia, un destino infame muy parecido a otros pueblos condenados como los latinoamericanos balcanizados con lideres abyectos y peleles de cualquier poder externo e interno y sin un gramo de sentido de pertenencia con su pueblo. Pero esto no a ocurrido con la madre Rusia, porque sus destinos tomaron el rumbo de la redención desde la aparición de Vladimir Putin.
La historia de la humanidad se sigue
escribiendo, gracias a la obra y trascendencia de estos grandes estadistas, Alejandro Magno, Genghis Khan, Julio Cesar, Napoleón y ahora Vladimir Putin que buscaron y buscan la grandeza de sus pueblos rescatando los valores culturales de su pasado. Durante todos estos miles de años fue así y a comienzos
de este nuevo siglo, no tenía por qué ser distinto, porque hoy nuestra generación de seres humanos tenemos el privilegio de ser contemporáneos y poder presenciar -quizás- al último representante de esta
gran estirpe.
lunes, 30 de junio de 2014
Yohny Lescano Ancieta y el peruano enfermo
Me cuentan que entre algunos pobladores de los Andes del sur peruano, existe la desdichada
costumbre de avergonzarse del lugar donde abrieron los ojitos. Y esto, por el simple hecho de que aquellas tierras están pobladas mayormente por cholos. Quizás, no halla pueblo en el mundo que posea semejante y ridículo retraimiento que
les hace despreciar las gentes, idiomas,
olores, comidas y danzas del lugar que
los vio nacer.
Después de ser molidos por los insultos de esos forasteros
aparentemente “superiores” y sus imitadores nativos, estos seres se sienten disminuidos de por vida cargando sobre sus hombros un monumental
complejo de inferioridad que incrementaran con el tiempo un Talón de Aquiles
que generalizara por toda su población, despertándole un
enorme temor a que lo relacionen
con esa tierra de indios que oculta como su peor abominación.
Con sus genes o en sus rasgos faciales de notoria carga aborigen, dolidos y menoscabados tercos se negaran miles de veces desconociendo su verdadero valor odiando sus orígenes, su piel, su rostro y hasta a sus
descendientes si estos llegaran a poseer rasgos que los familiarice con ese pasado
étnico que pretenden burdamente ocultar. Se mirarán al espejo comparándose con toda
esa avalancha publicitaria occidental y maldecirán su supuesto poco atractivo
convirtiéndose en endémicos crónicos esperanzados con aquel milagro que pueda quitarles esa sensación de hombre elefante.
Esta gente verdaderamente degradada por propia iniciativa, con el tiempo puede que lleguen a ser destacados profesionales, quizás obtendrán doctorados y seguro hasta amasarán grandes
fortunas, pero, estos aparentes
triunfos, nunca llenaran a plenitud su gozo porque en la privacidad de sus
cuatro paredes continuarán siendo pusilánimes encerrados en el infierno de los
idiotas que viven despreciándose permanentemente. Inservibles de por vida que
nunca fortalecerán una familia ni mucho menos una sociedad. Buena parte de
estos desdichados, antes que los
identifiquen, intentarán pasar desapercibidos, para esto, crearán sus propias
murallas: choleando a diestra y siniestra.
Pero, aquí no
acaba la tragedia para estos afectados de
inferioridad, porque, los más
perseverantes, defraudados y desesperados buscarán en otras latitudes él o la donante que pueda mejorar su degenerada “raza”. Aquel caritativo
o aquella compasiva, deberá de conmoverse lo suficiente como para que pueda
soportar su terrible personalidad
de “hombre o mujer elefante”. Una vez que
encontraron a estos compasivos blancos que
aceptaron su “cruce” dadivoso,
regresaran al país y a su
vecindario, y erraran “sacando pecho”,
porque supuestamente hallaron el
antídoto para ese mal nacional que les aquejaba.
Pero, estos insulsos creen que con esto, su ridícula
novela tendrá un final feliz,
pero, se engañan, porque solo es el inicio de una genealogía perdedora, endeble y vacía que infestara el territorio peruano con su prole apátrida y
desvinculada con su historia y milenario patrimonio cultural. Se multiplicaran
formando poblaciones acomplejadas y con la
autoestima de subsuelo. Gentes patéticas. Algunos detentarán cargos
importantes, colaborando con un ladrillo en ese enorme muro que siempre
obstaculiza el deseo de que algún día esta sociedad
sea más sana y fuerte.
Ese es el triste final del liliputiense nacional.
Pero bueno. Cambiando de tema y apropósito de la
iniciativa que tuvo un parlamentario para
hacer que el quechua y el aimara sean enseñados en las universidades peruanas.
Ante esa idea se levantó una enorme resistencia de parte de algunos. Pero, el
que más nos llamó la atención fue la
férrea oposición que hizo el congresista
puneño Yohny Lescano
Ancieta.
“Nadie está obligado a hablar un idioma que no quiere
hablar, si no es su idioma natal o natural” “El mundo está en otro camino”
afirmaba el parlamentario.
Yo me pregunto: ¿En qué país vivimos? Estamos en Uruguay en Argentina o
en uno poblado mayormente por
etnias amerindias y mestizas. Y
con esta realidad, no sería
justo que esas poblaciones por una
cuestión democrática y de sana identidad conozcan aquellos idiomas
que hablaban sus
padres o abuelos, es más, hasta al mismo parlamentario, por haber nacido
en tierras aimaras seguro que les servirá de mucho recordar aquellos sonidos que
escuchaba de niño.
Oponerse a tan importante iniciativa es tan descabellado
como impedirle a los vascos conocer el eusquera o al irlandés el gaélico.
La globalización es intercambio de culturas y no lo que
algunos pensamientos liliputienses creen, que es la sobre posición de una sobre
las otras. Además, que hay de malo en
querer equiparar al estudiante universitario peruano con su par europeo promedio que habla y escribe al menos
cuatro idiomas distintos.
jueves, 26 de junio de 2014
Felipe VI y la España sudaca
Desde este lado del charco, los latinoamericanos estamos casi
acostumbrados a nuestras naturales censuras, tiranías, supersticiones, papismos,
corrupción, desigualdades, injusticias, que siempre nos han acompañado y seguirán arrullando en mayor
o menor grado, porque, desde que abrimos los ojos ha sido lo único que hemos
conocido, así que estamos resignados a nunca
esperar ser tratados como ciudadanos respetables al igual que un francés, alemán
ni mucho menos un estadounidense. Aquí un Rousseau o un Jefferson están proscritos
como modelos y si existiese algún personaje similar estamos seguros que se
diluiría bajo la infamia y la mediocridad.
Pero así son estas tierras, así que no pidamos peras al olmo.
Más de dos siglos tiene la democracia norteamericana, la peruana apenas cuenta con doce años y la chilena madura desde 1990, y lo mismo ocurre con gran parte de nuestros países.
Diariamente, ladrillo a ladrillo y lentamente se va construyendo por estas
latitudes. Es que, pareciera que para los que hablamos este idioma, convivir
dentro de un estado de derecho y el
respeto a la diversidad de opiniones no es todavía digerible, y España no es la excepción, después del culebrón de estos días, en donde,
se ha mostrado con total descaro cómo se impone a buena parte de su población
una monarquía. A 37 años de sus primeras elecciones
democráticas, nos están indicando que no
han llegado a una madurez suficiente
como para permitirles escuchar el sentir del resto de sus pobladores.
Este 19 de junio pasará a la
historia de España, cómo en pleno siglo XXI
y en un entorno de supuesta democracia
occidental y europea, con un sabor
ramplón y tirano, juramentan a un monarca mientras en los extramuros, una población era reprimida a golpe de censura
y prohibición. Con tristes maneras versallescas, un ambiente frívolo, y cortesanos con sordera y reacios a un proceso histórico imparable, transcurrió esa
ceremonia clandestina y con las espaldas
salvaguardadas por la enorme y embustera cobertura de información
parcializada de los principales medios
de comunicación; junto a más de cien
francotiradores y 6000 agentes armados
hasta los dientes, dictaminan a los españoles que tienen todo tipo de derechos,
menos el de atreverse a tocar al actual sistema
monárquico y a sus monarcas ataviados con amenazante ropa militar.
Todos los grandes medios de
comunicación ibéricos manejaron el mismo libreto, y con las mismas malas artes –maneras que conocemos muy bien aquí- les repiten
a los españoles en sus telediarios que es una completa estupidez exigir un referéndum y una exageración
llegar a ilusionarse con una república,
y torpemente intentan amedrentarlos, asegurando que aquella republica a la que
aspiran solo podría asemejarse a una de estilo norcoreano.
El lugar donde se ofició la
ceremonia para Felipe VI y sus alrededores, estuvieron fuertemente
blindados contra la memoria intrauterina de un pueblo que sufrió demasiado y que
palpita al saber que sus antiguos verdugos con las manos aun ensangrentadas de sus víctimas, sin arrepentimiento ni perdón, reconstruyeron
hace más de treinta años a esta monarquía y ahora intentan perdurarla, a pesar,
que mancha la dignidad de los españoles por el carácter fratricida de sus
propios orígenes.
Un rey, coronado mientras afuera un pueblo es
reprimido, solo es la muestra clara de cómo los considera: súbditos incapaces y escasos de criterio, ciudadanos de segunda para un país de segunda, porque con esas imágenes están alejando a
España de sus vecinas y civilizadas democracias,
para acercarla más a una de
estas subdesarrolladas realidades sudacas.
lunes, 23 de junio de 2014
RENIEC y el cambio de apellido
Solo franquear ese edificio en el centro de la ciudad te hace pasar la saliva lentamente, por el suplicio y la asfixia que deben salvar los que dentro están hacinados, nadie se escapa a semejante tortura.
Hasta que
llegó mi turno, mi DNI había caducado, así que, yo era el siguiente en
las lista para soportar el sacrificado trámite en ese templo del
RENIEC.
Aquellas
sensaciones que te hacen meditar de cómo se quiere un peruano y si en realidad
te respetan o terminas aceptando que eres un ciudadano de segunda clase lo
puedes percibir cuando estas dentro de esa interminable y agobiante cola
de ingreso.
Primero,
te encuentras con un lugar pequeño atiborrado de personas formando
meandros sinuosos y tan pegados y desordenados que se vuelven un laberinto
interminable. Bulla, desorden y asfixia, el peor martirio mientras
el grito de los niños y bebes se entremezclan con el de algunos ancianos
suplicando un trato más justo.
Yo seguía en
mi cola observando y comparando y, preguntándome si esto también le
ocurrirá a ese chileno que eliminó a España en este mundial o a ese
ciudadano inglés o norteamericano cuando tiene que recoger su documento de
identidad.
¡Dios, acaba
ya con todo esto! Y la cola se detiene porque la mujer que atiende detrás
de la ventanilla se había retirado sin dar alguna explicación.
En esa hora
de hacinamiento el llanto de los críos y los alaridos de las abuelas
continuaban dentro de lo que parecía más alguna de esas tristemente célebres
barracas de Dachau.
Hasta que todo este martirio es interrumpido por los baladros de una mujer que desde la ventanilla contigua llamaba al público para
que se aproximen a recoger su documento de identidad. Uno a uno los nombraba y, algo que podías notar con un poco de atención era que la gran mayoría de
los convocados poseían el rostro y el color de la piel que los identificaba
como cholos o indígenas y que además llevaban apellidos de origen
español. Todos esos cholos sacaban pecho cuando los nombraban con sus apellidos
españoles cuando evidentemente de españoles solo poseían el
nombre que les había heredado sus antiguos amos.
Otro detalle que también podías
observar con especial minuciosidad, es que algunos indígenas o mestizos que
poseían apellidos andinos apenas contestaban el llamado, se
acercaban a aquella ventanilla casi cabizbajos y con un evidente
gesto de avergonzado, no tenían donde esconder sus putos rostros.
Hasta que
dentro de todo ese barullo logro percibir unas voces interesantes que me
hicieron parar las orejas. Como a dos metros detrás de mí alguien
levantaba la voz en su conversación como queriendo ser escuchado.
Decía que tenía una organización dedicada a promover la cultura peruana y dentro
de ella la promoción del Qapac Ñan como patrimonio de la humanidad y, que
junto a esta muestra son innumerables los ejemplos que nos han dejado los
antiguos peruanos como para sentirnos racionalmente identificados
con la cultura inca o andina.
En algún
momento pensé que la temperatura y la falta de oxígeno del lugar me
hacían delirar los ecos de mi conciencia o quizás también por esos
azares de la vida se trataba de algún asiduo lector de este blog.
Pero, lo cierto es que el tipo seguía ilustrándonos a los que podíamos escuchar
sobre la importancia del mundo andino. De forma
lucida y libre de prejuicios continuaba con su discurso cuando
arremetió aún más al afirmar que tenía el deseo de cambiarse el apellido
español que llevaba por uno andino y lo argumentaba diciendo: ¿Cómo puedo llevar un
apellido que no me pertenece y que un conquistador nos impuso y no
poseer uno de origen indio o serrano y auténticamente peruano? Finalizaba
justificando toda su arenga.
Carajo,
dije. Este tipo es distinto. Seguro debe ser el caso atípico de un cholo
orgulloso de sus orígenes y color de piel. Un ser iluminado por la inteligencia
y el conocimiento y, claro, totalmente desprejuiciado de toda esta campaña
orquestada que siempre hace que el peruano sienta vergüenza de él y de su
cultura autóctona.
Olvidé de
pronto toda esa tortura previa. Lo que más me interesaba era saber: ¿Quién
sería el iluminado y qué rostro tendría el dueño de aquellas
palabras?, que habían demostrado que si existiesen muchos como él este país sería distinto, muy pero muy distinto y para mejor, por
supuesto, porque a eso te lleva la autoestima sana.
Hasta que
repentinamente el llamado de la mujer de la ventanilla con un rostro a
prueba de balas me decía que el suplicio estaba por culminar. La
saludé mientras me entregaba mi pequeño pero costoso
documento de identidad. Le agradezco y me encamino de regreso hacia la
multitud, mientras me
acerco, oteo entre ellos para encontrar a la persona que dio semejante discurso
vanguardista de autoafirmación e identidad nacional.
No tardé
mucho en ubicarlo. Grande fue
mi sorpresa al ver que la persona dueña de semejantes expresiones y que había hecho menos tediosa la espera en ese recinto del hacinamiento
y desorden era nada más y nada menos que un peruano de aspecto blanco
y su acompañante era una preciosa rubia.
Qué
paradojas nos tiene preparado el destino en este Perú del siglo XXI, en
donde, el blanco peruano, educado y por ende desprejuiciado, se quiere
identificar con lo andino; mientras tanto, el cholo y el indio, los nuevos
ricos del que hablaba Claudia Danmert, se han convertido en los mayores
ridículos anti andinos, patéticos ejércitos desmedrados de identidad y
autoestima, imposibilitados de sentir amor propio, cabizbajos de porvida
para cualquiera que intente timarlos.
Varguitas y
Zavalita, ahí está la respuesta a todo.
Desde 1920, estos cambios de apellidos se dan con bastante frecuencia entre los peruanos, según las estadísticas, cerca de un 70% de la población total del país, tiene o poseía en su historia familiar un apellido de origen indígena.
Desde 1920, estos cambios de apellidos se dan con bastante frecuencia entre los peruanos, según las estadísticas, cerca de un 70% de la población total del país, tiene o poseía en su historia familiar un apellido de origen indígena.
martes, 3 de junio de 2014
España, ¡La republica carajo!
Desde México hasta Chile, los países
hispanoamericanos arrastramos los mismos males: la tiranía, la impunidad y sobre todo, el continuismo masoquista de aquellas ideas y
costumbres que en otras latitudes se han
descartado por caducos.
Cruzando el charco estas desgracias
no tienen mejor apoderado que la monarquía
española. Este régimen fue la creación del
dictador Francisco Franco, quien eligió a un Juan
Carlos I como su perfecto heredero político, que apenas estrenado en el
cargo blindó al generalísimo contra cualquier intento de acusación por sus
numerosos crímenes de lesa humanidad. La
impunidad desde aquellos años ha sido su consigna. El proceso histórico en donde el pueblo español en mayoría decidió por la república, fue abruptamente interrumpido en 1939 con el
triunfo de Francisco Franco. Lo que
ocurrió después, fue una imposición sobre el normal desarrollo de hechos que se estaban
suscitando en el país ibérico. Este largo paréntesis que significó el franquismo intentó
borrar de la memoria el recuerdo de que
España en 1931 ya había optado por el
fin del estado monárquico. La primera
etapa de ese régimen finalizó con la muerte del generalísimo, la segunda se inició con
la coronación de Juan Carlos I y el periodo de transición, en el cual, sus fuerzas
e intereses mantendrían del cuello a la joven democracia española.
La abdicación de Juan Carlos I desde Moscú, me hizo recordar aquella renuncia que hizo vía
fax el ex tirano Fujimori. Qué coincidencias, ambos dimitieron a sus respectivas
investiduras aprovechando su estadía en tierras lejanas y en ambos casos también ocurrieron en momentos en donde el nivel de desaprobación
era mayoritario dentro de sus respectivos países.
Esta Monarquía constitucional
heredera del espíritu franquista, ha llevado
a España a esta actual crisis económica, social y política, y testarudos, insisten en no dar un milímetro
de concesión a cualquier reforma. La
persecución a Garzón y el resurgimiento de la polémica sobre el aborto, solo son muestras claras de que esos ideales del régimen franquista siguen vivitos y coleando. Esta necedad e insensatez también va provocar
la futura escisión de Cataluña y el
debilitamiento del bipartidismo que muestra a un Partido Popular tan decadente como el PPC y AP de este lado del charco. El
PSOE está como Alan García, cambiando de camiseta según les dictaminen los bolsillos
y la vanidad. Vanidad que ha llevado a muchos españoles a caer
rendidos ante esa provocadora cursilería, al aceptar algún título nobiliario,
desde Adolfo Suarez hasta el mismo premio nobel Mario Vargas Llosa.
Hoy aquellos poderes torpes y soberbios, -irónicamente- nos muestran a España
como una democracia subdesarrollada y
muy latinoamericana, que trata a su pueblo como simples ciudadanos de
segunda clase al impedirles el legítimo derecho
de elegir si continúa o no la monarquía, y con enormes orejeras raudamente intentan
imponerles un nuevo rey.
América hispana, idiota y terca
perdedora, tiene sus ojos puestos sobre su mentora. Sus cuatrocientos millones de habitantes merecen
un buen ejemplo, quizás uno que ayude mucho
en quitar de nuestra cultura todas esas ideas caducas que siempre nos han estancado.
Pero, esto nunca llegará, porque, España
está condenada a aferrarse a lo vetusto. Así lo ha venido haciendo en su
historia, ¿Por qué tendría que ser distinto ahora? Perdón, salvo la pequeña y gloriosa etapa de la II República.
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