Esta tierra
tiene un clima por demás sano, sin excesos de temperatura, que te sienta muy bien. Y su cielo despejado casi todo el año, ayuda mucho para poder distinguir con mayor
nitidez, sobre todo, esa huachafería analfabeta
y cerril que aún mantienen ciertos pobladores, principalmente, cuando despotrican
sobre la gente, llevados por sus malsanos pensamientos que su mente cuadrada puede permitir.
De toda esa generación, “gracias a dios”, van quedando muy pocos.
El más “ilustre” de todos estos y tristemente célebre racista fue Andrés Bedoya
Ugarteche al que su chilenofilia llegó a
tales extremos que no se le diferenciaba de aquella servicial “trabajadora” del más arribista
burdel tacneño.
Carlos
Meneses Cornejo aparte de ser director del diario conservador "El Pueblo", tiene
en este matutino una sección que como buen seguidor de “Jack el Destripador” lo
ha "fragmentado" en cuatro partes; en cada una de ellas, si tiene la oportunidad, hace notar los más decadentes
prejuicios, principalmente cuando repuja un
lenguaje racista e intolerante de fundamentalista religioso que hace ver a esta
tierra de libertad como un reducto de talibanes.
Una huachafa "supremacía" le deja un resentimiento insensato que lo resalta con total desvergüenza cuando se
refiere a todo lo que representa ser Quispe, desconociendo la grandiosidad del Quispe,
un apellido de origen quechua que tiene un linaje y antigüedad que supera en
mucho al más viejo linaje de los apellidos hispanos. Quispe significa “el que ilumina” y es
justamente lo que le falta a Carlos Meneses, abrir los ojos, ver más allá de
los fanatismos, prejuicios y estereotipos que desde pequeño seguramente le inculcaron, alejándolo de ese occidente
tolerante y científico y acercándolo mas a un bóer sudafricano resentido
que odia al pueblo originario y verdadero amo de la tierra que pisa.
Las más
prosperas y dinámicas ciudades en el
mundo se han construido gracias a los inmigrantes y a pesar de esto, Meneses
Cornejo, reniega de la llagada de gente de la zona del altiplano, y desde su inhibido
parapeto muestra todo su desprecio aplicando términos despectivos como “invasión" aimara o quechua. Solo consiente a los foráneos si estos
se ven algo “blanquiñosos” como los colombianos, ahí no
reclama, a pesar de los numerosos malandros,
todo lo contrario, da a entender que hasta son más necesarios que los altiplánicos, y llega al ridículo cuando los compara con lo
beneficioso que fue el arribo del Gran Simón
Bolívar, olvidándose que este libertador había nacido en Caracas.
Carlos
Meneses Cornejo representa eso, una generación que menos mal, ya quedan pocos. Son tan viles estos grupos que
la providencia ha hecho que no tengan casi descendencia, quizás, para que no sigan
contaminando esta tierra de libertad y tolerancia
que es Arequipa, y los que sí pudieron procrearse, la buena fortuna ha enviado a
sus proles a otras latitudes, fuera de nuestra variada y sana convivencia.
Cuando
llegaron los primeros españoles para fundar esta ciudad huyendo de la malaria camaneja, Garci de Carbajal y sus huestes encontraron
familias ya formadas entre indígenas e hispanos, y niños mestizos jugaban entre
estos parajes. Ese mestizaje siempre ha caracterizado a nuestra cultura
arequipeña y ninguna mente lúcida lo puede negar, fue un mestizo que no renegaba
de sus ancestros indígenas como ahora sí
lo hace quizás el mexicano.
Carlos
Meneses Cornejo, si bien tiene muchos años en el periodismo local, estos han
sido años desperdiciados y fútiles, como lo fue en su momento el diario “Arequipa
al día”, con pobres transcripciones y artículos escritos con un lenguaje de "adolescente" que no contribuyeron para hacer de nuestra sociedad algo más evolucionada en tolerancia
y lucidez.
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