Que
visite al Perú Felipe VI , el actual rey de España, no es raro, ya que ese país tiene importantes inversiones en nuestro territorio. Son ineficientes
y cochambreras, pero ahí están sus empresas contribuyendo en algo con nuestro
desarrollo.
Como
ya dijimos, que visite nuestro país no resulta extraño, lo preocupante
es que haya incluido dentro de su tour
al Palacio de justicia peruano; ahí, todo esto, se torna nada grato.
Ahora
que se respira vientos de cambio y una atmósfera más sana, en donde, la justicia lorcha está dando una imagen de autonomía
y mejora, y que no solo fortalece a esa institución, sino que, a todo un Perú
que intenta afianzarse como una democracia
respetable, no es una buena señal que un personaje tan rancio y discutido sea visto paseando
por sus pasillos.
Es
que Felipe VI no se puede apartar de esa imagen
tirana y represora que lo acompaña como sombra y que preocuparía a cualquiera
que cree firmemente en la libertad de expresión y la libre determinación de los pueblos.
No
es una visita grata y ahora paso a explicar el por qué.
Primero, porque antes de coronarlo rey, el pueblo español exigía una consulta para ver si
continuaba o no dicha monarquía; a pesar de ello, ese régimen hizo caso omiso a
ese pedido justo y democrático. Y, mientras, coronaban al nuevo rey,
afuera de ese palacio, los gritos de muchos españoles exigían el fin de ese régimen heredero del franquismo.
Fue tan violenta la represión, que varios jóvenes terminaron con las cabezas rotas
y muchos de ellos detenidos.
Ahí
no acabaron estas demostraciones de poder absoluto de este régimen que no parece
occidental, sino, más bien, se asemeja al
accionar de un “califato” o una “taifa” déspota,
pero, ahora incluido dentro de la Unión Europea.
El
nuevo rey, ni bien terminó de asumir su cargo, su primera gran tarea fue solucionar
el referéndum independentista catalán, un
pueblo que solo quería ejercer la libre determinación, ese principio jurídico que
hizo posible el nacimiento de nuestro país hace casi doscientos años. De ese
derecho, no pueden gozar hasta este momento
los catalanes.
No
hubo dialogo, todo lo contrario, la represión fue el principal argumento que aplicó Felipe VI para solucionar ese problema.
El
regreso de medidas, personajes y grupos franquistas;
la detención de pacíficos cantantes por
el solo hecho de exigir libertad de expresión en sus letras, nos recuerdan a
esas caravanas de la muerte de Pinochet
y, sin lugar a dudas, desacreditan a la actual monarquía española, mostrándola
desfasada y anacrónica, cuando eligen la violencia, la censura y la represión
para tratar los principales problemas de ese país.
Claro, que aquí, existe gente, que se siente cómoda con este tipo de pensamientos y actitudes, y a muchos de ellos los encontramos en el actual Congreso fujimorista, y fue ahí,
no era para menos, donde Felipe VI fue agasajado y condecorado con mayor fervor.
La
república española fue producto de un desarrollo histórico espontaneo y natural
y fue cortado de forma abrupta por el régimen franquista y a pesar del periodo de transición y su intento de presentarse como moderno y democrático, no podemos negar, que todavía
guarda manifestaciones de ese pasado régimen tirano y, esto, siempre será una "mala
hierba" para toda aquella Hispanoamérica que busca fortalecer y hacer sustentables sus distintos regímenes democráticos.
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