Lima
es una ciudad sin identidad con habitantes disgregados, condenados
a sus desechos, al caos y la violencia.
Sus
elites se odian entre ellas y odian a sus vecinos, además de ser poco lucidos
y viciosos, se muestran exageradamente fundamentalistas religiosos.
Ante
esa marcada falta de sentido de pertenencia por carecer de un coherente rasgo cultural que los una, mientras en Santiago de Chile
escavan en su plaza principal en búsqueda de su primigenia fundación inca, Lima (cuyo nombre derivada del quechua Rimac) y sus gentes en su lerdo menosprecio al suelo
andino que pisan, se han creado identidades extrañas como creerse unos salseros
afro caribeños a orillas de la nublada y fría corriente de Humboldt.
Justamente,
esa animadversión a todo lo andino los ha vuelto necios y bobos llevándolos a auto flagelarse cuando de elegir autoridades
se trata, arrastrando con ellos a todo el país por ser la capital y porque su población conforma la tercera
parte de los peruanos.
Son
alrededor de diez millones que viven dentro de un espacio que es casi menos de las
dos terceras partes de la mancha de cemento que forma Melbourne, ciudad australiana que
cuanta con menos de la mitad del total
de población de la urbe limeña. Ese hacinamiento es el principal causante de todo ese
incontrolable caos, corrupción y violencia en la que se encuentran sumidos.
Esa
idiosincrasia se hizo presente en sus votantes este último domingo día de las Elecciones Municipales, porque
cayeron como moscas a la manipulación de
esa TV basura del cual son muy adictos.
Esos
medios en una sutil campaña publicitaria
catapultaron en las preferencias a un desconocido candidato. De un momento a otro,
el rostro de Jorge Muñoz fue apareciendo en las pantallas de TV acompañando el desayuno,
los almuerzos y la cena de los capitalinos.
Salía
en cuanto programa había. En la publicidad, dando entrevistas, mostrándose en actos
de heroísmos, en bailes o “contándose” hasta un
chiste.
Y
ese bombardeo fue mayor el último domingo
día de la elecciones, porque el careto de Muñoz apareció desayunando desde temprano, y los conocidos rostros
de esa TV basura mencionaban su nombre a cada momento pero muy sutilmente, mientras los
electores limeños se alistaban para ir a sus distintos locales de votación.
El resultado era previsible, esos miles de indecisos al final se decidieron por el candidato acciopopulista.
El resultado era previsible, esos miles de indecisos al final se decidieron por el candidato acciopopulista.
¿Y
por qué esta “prensa basura” apoyó a Muñoz?
Simplemente,
porque de no apoyar a Jorge Muñoz el seguro ganador hubiera sido Belmont, y eso
era muy peligroso. Es que el “hermanón” estaba representando al símbolo de una agrupación política que en las pasadas Elecciones Generales dentro de su plan de gobierno propusieron ideas modernizadoras y vanguardistas
para muestro país como el federalismo y la separación estado-iglesia. Un triunfo de Belmont
en estas elecciones municipales hubiera significado colocar al partido político Perú Libertario
como una opción seria para las próximas Elecciones Generales en el
2021.
Por estas razones esos grupos que mueven los hilos en el país eligieron rescatar de ese polvoriento ataúd a Acción Popular.
Por estas razones esos grupos que mueven los hilos en el país eligieron rescatar de ese polvoriento ataúd a Acción Popular.
¡Gracias
“prensa basura”! ¡Gracias nuevos oligarcas
por elegir la torpeza del pasado siglo XX! ¡Gracias por este tercermundismo! ¡Muchas Gracias!