La década de los setenta grafica la cúspide de la cultura
estadounidense,
En el cine, en la música, en sus gentes, se veía todo ese
apogeo logrado. Nada volvió a ser igual.
En esos años aún se veían mujeres hermosas de piel y ángulos
naturales, no las frankenstenianas muñecas plásticas y de silicón que abundan hoy
en su cine y televisión. Se respiraba un aire distinto porque las cosas estaban
claras, una cosa era ser negro y otra blanco u hombre o mujer. Había fuerza,
autoestima, amor propio. hasta en el porno fue la época dorada. Fue la
generación que hoy ronda los setenta y más años. Es un homenaje para ellos.
Toda esa gloria americana, tenía que tener sus monumentos
representativos, uno de ellos, quizás, el más importante, fueron las dos torres
del World Trade Center.
La historia oficial queda en eso. Lo cierto es que ahora,
todo se cubre con un manto de escepticismo.
Pero lo tangible es que, en ese intervalo que eliminaron
a JFK y apareció Ronald Reagan y cayeron esas dos torres gemelas, nada ha sido
igual en los Estados Unidos y en el mundo, y todo, para mal y peor.
Ese 11 de setiembre, medio dormido y con algo de resaca,
encendí la TV. Intentaba abrir los parpados, para poder identificar mejor lo
que mostraba aquella pantalla. No habían pasado ni tres meses desde ese último
terremoto que sacudió la ciudad de Arequipa, así que, aún estaba "a salto de
mata".
Las voces de Federico Salazar y Sol Carreño, sorprendidos
como todos, comentaban las imágenes que enviaba la CNN, exponiendo a una de esas
torres humeando. Aun no se sabían las causas, podría haber sido el impacto accidental
de una avioneta porque ya había ocurrido antes.
Mientras asimilaba todo esto, frente a mis ojos, vi como
un enorme avión de pasajeros impactaba contra la otra torre del WTC.
¡Puta, qué está pasando! Exclamé. ¿Cómo puede suceder esto al país híper organizado y más protegido del mundo y vencedor de la Guerra Fría?
Aquí, en un país de mierda, supra corrompido, te puede caer
una “combi” encima en la puerta de tu casa, porque es así, todo es una sucia y
polvorienta jungla, pero, allá en la tierra del tío Sam era muy distinto, así, que
otros se soplen esto de terroristas y pasaportes y entrenamientos de pilotos.
Ya Hollywood les malogró el estreno de ese guion y, esperemos que la verdad
algún día salga a la luz. Aunque decir esto es cojudamente ingenuo.
A veinte años, solo podemos decir que, los que estuvieron
detrás de la caída de esas torres cumplieron sus objetivos, porque si querían dañar
a ese país, lo hicieron.
Porque desde ese 11 de septiembre su decadencia ha sido escandalosamente
rápida. Tanto qué, pareciera que en poco tiempo formarán parte de ese tercermundismo
subdesarrollado de sus vecinos del sur que hablan español y son patéticamente muy
religiosos.
Y esa improvisación y relajo, propias de estas subdesarrolladas
tierras latinoamericanas, se notó, hace algunos años, en la meca del cine en la
89° ceremonia de los premios Oscar cuando se equivocaron, escandalosamente, al
dar como ganadora a la película La La
Land en lugar de Moonlight.
En estas dos décadas, se han multiplicado los huecos en
las carreteras de Minnesota y los Edificios
se caen en la Florida por falta de mantenimiento y la corrupción generalizada.
La inequidad y su notoria pobreza junto a esa decadente ola
creciente de integrismo cristiano, son evidencias indiscutibles que cada vez más
ese país se va pareciendo a este grupo de pueblos miserables en vías de
desarrollo.
Como dirían, Frank Sinatra, Dean Martin, and Bing Crosby
en “Robin and the 7 Hoods”: han perdido completamente su “style”.