Hoy en pleno 11 de setiembre, un día que tiene -dicho sea de paso- enorme
connotación en el mundo y en el Perú, sobre todo, y no solo por el atentado al
WTC, si no, porque nos acabamos de enterar de la muerte del cabecilla del grupo
terrorista Sendero Luminoso.
A la pregunta ¿Qué fue Sendero Luminoso y qué ocurrió en
el Perú entre los años 1980 y 2000?, el tarot andino me despejará estas dudas.
Así que, una vez más, tiraremos la coca.
Es de admirar e imitar la planificación anglosajona. Cuando
se plantean un objetivo lo cumplen porque lo calculan pacientemente y a largo
plazo.
Dentro de cada uno de los países latinoamericanos tenemos bombas de
tiempo puestos en lugares neurálgicos. Estos engendros se activarán dentro del territorio huesped cuando los
intereses de la superpotencia norteamericana los requiera.
Una de esas larvas parasitóides fue implantada en la universidad de Huamanga cuando fue reabierta en 1959 bajo los auspicios y financiamiento
de la Fundación Ford (acusada de ser brazo político de la CIA). En esa época, fue designado como rector, a propuesta
de la mencionada Fundación, primero un oficial de Marina y después el
folklorólogo ayacuchano Efraín Morote Best quien haría ingresar, algunos años
después, como profesor de aquella universidad, a Abimael Guzmán Reynoso y luego
se sumarían el resto de la cúpula que se harían populares en la década de los
noventa en ese video bailando “Zorba, el griego”.
Marote (hijo) junto a Abimael Guzmán y el resto, estaban
listo para ser los rostros de ese grupo terrorista creado para destruir el país,
pero, ¿por qué?
El país ya venía convulsionado por las injusticias sociales, la inequidad y la enorme corrupción en sus clases dirigentes.
Las élites, además, veían a la revolución cubana como una amenaza, ya que, en cualquier momento, podría ocurrir algo parecido en este territorio, por lo que se necesitaba urgentemente
un desfogue.
En 1968, el exalumno de la Escuela de las Américas Juan Velasco Alvarado
tomó el poder. Aquí se presenta la paradoja que la coca no puede responder con
claridad, porque no asegura si su régimen tuvo el beneplácito de Washington o
con el correr de los años traicionó su confianza y por eso lo “eliminaron” al “chino”
de la manera que todos vimos.
En los años de la dictadura de Velazco en el Perú se
construyó una infraestructura logística y económica autónoma y soberana que propendía
el desarrollo independiente del país. Algo parecido nunca se había visto desde
1821.
Pero, Velazco, fue apartado del cargo por su compadre Morales Bermudez con el “Tacnazo” de 1975. A pesar del intempestivo cambio de mando, aún quedaba ese poderoso aparato estatal
soberano que obstaculizaba los planes de Washington para que en un futuro cercano pueda implementar en la comarca este sistema neoliberal y expoliador.
Morales Bermúdez, no se atrevió a desmantelar toda esa
infraestructura, así que se “lavó las manos” para que otro termine el trabajo sucio. Aquí hace su aparición el arquitecto Fernando Belaúnde Terry.
La torpeza entreguista del nuevo gobierno dio el escenario propicio para que haga su ingreso formal a la
palestra el grupo terrorista SL y su cabecilla Abimael Guzmán, que los medios locales, al mismo estilo de ese Freddy Krueger hollywoodense, los colocaron como
protagonistas de nuestras más sangrientas desgracias.
Aquí es donde se enciende dentro de este oscuro mercadillo de "polvos azules" como luz de neon la frase: “la masa es ciega y sorda”.
SL, no era más que una creación del imperialismo
norteamericano mediante la CIA y que era financiado por el narcotráfico, que
tenía por finalidad desestabilizar al país andino para provocar un golpe militar
fascista (Régimen fujimorista) que colocaría al Perú de hinojos ante EEUU.
Lo dice la tirada de coca.