miércoles, 20 de abril de 2011

Estúpidos limeños

Son casi diez millones de personas, viviendo entre los límites interpuestos por esas dunas y arenales.
A gran parte de sus gentes, generalmente los une escasas muestras de civilidad, orden y limpieza; además de estos rasgos, les distingue también el tener una visión sesgada del país en donde viven.
Muchas veces notamos -en algunos casos- que esta peculiar forma de ver al interior de su país se adereza con una enfermiza e inflada “superioridad”, no acreditada, como si lo puede tener el parisino o el neoyorquino sobre el resto de sus connacionales.
Aquí, esta supuesta superioridad es patológica e irracional, en realidad salvo por algún edificio alto, la verdad que el habitante de esta urbe, no tiene nada como para sentirse superior a algún otro del interior del país.
Esa -recalco- irracional forma de ver al interior de nuestro país, hace que se forme en él, una errada idea acerca de aquellas regiones, minimizándolas al punto de denominar a los Andes, que es una enorme región del subcontinente sudamericano, con la ínfima y simplona palabra “Sierra”.
Esta errada forma de ver el interior del país, les hace muchas veces tener una actitud de irrespeto a la enorme extensión y accidentada geografía que guardan estos territorios, permitiendo algunas veces que muchos estúpidos jovenzuelos creyéndose los más hábiles trotamundos, emulen quizás en esa mente colonizada a aquellos gringos que vieron en su adolescencia cargando esas extrañas, enormes y coloridas mochilas, deseando algún día ser como ellos.
Hoy los medios, haciendo una especie de respiro a la terrible borrasca electoral que precedían a estos acontecimientos, nos tienen pendiente de las noticias de dos clásicos ejemplos de lo que anteriormente habíamos descrito.
No hay forma más absurda de querer acabar con la inútil vida de dos jóvenes, que planeando solos una caminata desde el Cusco hasta las alturas de Arequipa, cruzando una extensión de territorio comparado a la de Suiza. Quizás estos cándidos andinistas, no lo sabían, pero de eso se trataba su tonta travesía.
Pero es que para los que no conocen esta accidentada ruta, resulta un verdadero suicidio, sobre todo si los que lo van a realizar, son unos novatos que han entendido de andinismo lo que pudieron aprender de alguna que otra revista.
Estos tímidos suicidas, quisieron seguramente salir de lo habitual y desechar ese trillado puente Villena en Miraflores o ese acantilado de la costa verde o las alturas de aquel gris centro cívico o quizás, también, se vieron obligados a aventurarse por esos accidentados territorios para no unirse a esos numerosos pobres que diariamente acaban con sus vidas ingiriendo algún barato mata ratas.
Yo también tuve veinte años y sé que es una edad difícil, pero que yo recuerde, siempre me importó mi seguridad, cosa que los jóvenes de ahora pareciera que lo han dejado a segundo plano.

lunes, 18 de abril de 2011

Resabio electoral y el asilo humanitario



En realidad, qué puedo decir acerca de los resultados de los comicios del pasado domingo 10 de abril.
Si todo esto es la secuela de una verdadera elección limpia y transparente, observamos que todavía existen millones de peruanos que cuentan con un sentido crítico del nivel de un adolescente de 13 años, millones que se guían de acuerdo a lo que les dicta las emociones del momento, millones que de seguro también se deleitan con el programa “Al fondo hay sitio”, millones que antes de salir de casa o cuando pasan por un cementerio o una iglesia, supersticiosos del siglo XXI, timoratos y estólidamente se persignan. Son esos ágrafos, que cuando ya han alcanzado los suficientes ingresos como para adquirir el auto nuevo, huachafos ellos, nos muestran los complejos del ex pobre, al no detenerse ni siquiera un minuto en dejar de hablar sobre automóviles, modelos, marcas, precios, y van por las calles observando cual es el más caro, mordiéndose los labios del deseo por poseerlos o llenándose a la vez de frustración por verlos inalcanzables. Son de seguro también, aquellos que disfrutan al verlos y los tienen como modelos de conducta a Rosa María Palacios, Federico Salazar, Magaly Medina o Gisella Valcárcel, y sus hijos hacen -sin ponerse a pensar el porqué- la primera comunión, o si están a punto de casarse, hacen largas colas para alquilar la iglesia más cara y los invitados más presentables.
El peruano que tenemos criado con la mejor leche que puede dar la incultura y la barbarie, elige su candidato como elige un programa de televisión, según como les caiga, aquí no tiene nada que ver el raciocinio – si es que algún día lo ha poseído-.
Bolívar, Santa Cruz o Vargas Llosa victimas en su momento de toda esta insensatez o cualquier viajante foráneo estacionado en nuestras tierras como du Petit Thouars seguro que compartirían conmigo este parecer.
Al margen de prejuicios y estereotipos, estos millones de seres degradados y dignos habitantes para llevar el pasaporte de un sudanés, o de un Somalí, lo que hagan poniendo sus buenas o malas intenciones, traerán como consecuencia de su accionar solo el producto de una población sometida a los miedos y la irracionalidad de la religión, y a una educación rudimentaria, que les ha creado un sentido crítico de idiota, llevándonos a esta segunda vuelta que pareciera más bien creada por alguna mente enferma, perversa y malintencionada, dejándonos este prohibitivo menú con la única intención de atormentar mas a un elector que al ver este final lo ha llenado de una enorme incertidumbre o si no, de unas enormes ganas de mandar todo a la misma mierda.
Los obtusos de siempre apretaron mucho el cuello del pueblo y al final éste, que es el único que se carga con el muerto de este modelo mal aplicado, hace notar su descontento en las urnas eligiendo a Humala y Fujimori.
Si bien es cierto que ese analfabeto funcional no tenía mucho de donde escoger, un acomplejado acusado de drogadicto, burdelero y nepotista, otro con pinta de idiota, mudo y jorobado, alguno por ahí, pasado en años y que tiene la misma sensibilidad hacia los pobres que el más hábil corredor de bolsa de Wall Street, y también una candidata con desordenes alimenticios cuyo padre está en la cárcel, y finalizando esta tira de abyectos personajes tenemos a un ex militar acusado de ejecuciones clandestinas y hasta hace algunos meses adorador de Velazco y Chávez.
Pero que se podía esperar más, después de enumerar las características que tiene el poblador que habita estas tierras, es lo mejor que nos pueden ofrecer, sin lugar a dudas.
No sería descabellado pensar en buscar otras opciones para mis vástagos, sobre todo cuando se que esta encomienda nunca va cambiar y quizás en algún momento darán cuenta de ellos; pero creo que ya es tarde, ellos están en el colegio y ya han tenido contacto con los críos de todos estos píos corderos y cándidos bárbaros.
Menos mal que yo no voto y para mi suerte tengo dispensa, así que lo que salga de toda esta murga de cerriles descerebrados, prejuiciosos, estereotipados y mangantes ágrafos que se lo soplen ellos, yo tengo mi familia y mis hijos, que si me queda labia y los críos me escuchan, estarán siempre alejados de toda esta manada de zombis ignorantes.
La otra opción es buscar algún país que acepte mi solicitud de asilo humanitario, quizás sea el único, pero ya no quiero formar parte de esta galera romana. Prefiero mil veces la mirada xenófoba de algún hijo de puta en Londres o en Paris que seguir conviviendo con esta tira de pinches degradados.

jueves, 17 de febrero de 2011

Analogías en el Caso utopía

Reconozco que algunas veces puedo parecer exagerado y hasta compulsivo cuando se trata de protegerme y  proteger a los que quiero. Como aquella vez que  me mostré desconfiado en llevar a mi pequeño hijo a ese parque, porque sabía sobre el hacinamiento en esta ciudad y el descuido que tienen las autoridades por el cuidado de la salubridad de esas pocas áreas verdes que posee esta urbe gris y escasa de planificación. Las miradas injuriosas y críticas asomaron entre ellos ante mi actitud, haciéndome meditar si no estaba cayendo verdaderamente en algún tipo de exceso neurótico. Algunos meses después de aquel incidente, mis temores no tuvieron mejor asidero cuando los diarios ese día denunciaban  que la mayoría de las áreas verdes de esta ciudad -sin excluir las privadas y exclusivas- estaban infestadas por una serie de terribles y   mortales parásitos  producto de esa sobrepoblación,  el escaso verdor y el nulo cuidado de las autoridades.
Es que cuando uno lee algo o esta más o menos informado, se da cuenta en qué país vive y sabe que en sociedades como la nuestra que forma parte de ese grupo de países en vías de desarrollo o del tercer mundo, abunda dentro del actuar de su población y sus autoridades, grandes rasgos de improvisación, relajo o desidia.
Estas características, muchas veces son el común denominador en todos aquellos desastres que ocurren en nuestro país y cuando uno los analizas para rebuscar sus causas nos damos cuenta que pudieron evitarse si las victimas hubieran tenido otro tipo pensamiento y otra forma de actuar.
No basta con ver las fechas de caducidad de aquellos alimentos que vamos a consumir porque el organismo estatal que debería de controlarlo funciona como tantos otros: policía o el Ministerio de Transporte con su “tolerancia cero”.
Una saludable y simple caminata por las calles de esta ciudad o de cualquiera en este país de novela puede resultar mortal, si no es a causa de esas macetas que algunos salvajes han tenido la idea de colgar temerariamente esperando ese pequeño movimiento telúrico para caerle sobre la cabeza de algún distraído peatón o morir electrocutado por algún cable dejado por unos despreocupados empleados de la compañía eléctrica, o si no, cuando pasan cerca de cualquiera de nosotros esos amenazantes “pitbulls”  tirados por unas piltrafas que encuentran en estos cánidos los “huevos” que en ellos les son escasos, protegen su endeble existencia con las mandíbulas de estos podencos que si les despierta  de pronto el gusto por morder, harían astillas la tibia de cualquier pacífico viandante. Estos chuchos en cualquier país civilizado estarían prohibidos porque ya han mandado a la tumba  a varios, pero aquí en este corralete de bárbaros las autoridades no hacen nada.
Siempre me he preguntado por qué la mayor parte de personas que conozco descuidan su seguridad. Despreocupados siguen con su rutina, seguramente debido a esa excesiva religiosidad que les genera un pensamiento supersticioso y confiado, haciendo entregar cándidamente su resguardo a algún ser superior o dejarlo todo a una simple persignación o  al azar, quien sabe.
Desde aquel que toma una peligrosa combi sin fijarse en su estado o en la imprudente forma de manejar del conductor, o cuando no usan ese puente peatonal, o cuando confían su salud a una clínica privada cuyos dueños por el afán de lucrar contratan aprendices a sueldo mínimo, convirtiéndose en el corto plazo en verdaderos matarifes, provocando desgraciadas negligencias médicas en un parto o en una simple apendicitis.
O cuando ingresan a un mercadillo tugurizado sin fijarse en las salidas de emergencia, en los cables pelados, o en esa muchedumbre que negligente manipula artefactos pirotécnicos provocando más tarde terribles tragedias como la de Mesa Redonda o el de la discoteca Utopía.
Es que cuando de conductas se trata el peruano se homogeniza, aquí el bolsillo no discrimina, ni el color de la piel. Tanto aquel populacho que desapareció desintegrado mezclando sus cenizas entre todas esas víctimas anónimas -que a nadie les interesa-, tuvieron en vida la misma despreocupación por su seguridad que los pudientes jóvenes que abarrotaron ese mortal sótano que hacía de exclusiva discoteca, con sus salidas de emergencias encadenadas trancaban la única escapatoria, como así,  también lo hacían,  esas improvisadas tiendas y los cajones de esos ambulantes en Mesa Redonda.
Ambas víctimas tanto el pobre de Mesa Redonda como el rico de Utopía, al ingresar a sus tugurizadas trampas mortales no se detuvieron a meditar por su seguridad. Ambos muy religiosos creyeron confiadamente que algo o alguien les estaba protegiendo, alguna licencia comprada o simplemente el inexistente ente supervisor.
En la televisión uno de los familiares de las víctimas de la discoteca “Utopía” indignado y soberbio a la vez gritaba que la tragedia de utopía fue una “tragedia nacional”. No le discutimos. Si fue una tragedia nacional. Y es que es una tragedia nacional la improvisación. La falta previsión. Esa que nos hizo ingresar a una guerra con Chile cuando no estábamos preparados. Esa que hace a nuestros gobernantes permitir la existencia del irracional centralismo a costa del abandono de mejores regiones para el desarrollo. Es esa misma indolencia que te hace traer piezas incas por las puras huevas, sin saber una vez devueltas qué hacer con ellas ni donde las guardarás, y todo esto, solo por razones políticas. Es la misma actitud que tienen los que ahora nos gobiernan que por sus egoísmos y maldades no quieren sacar a buena parte de nuestra población de este agujero de pobreza y subdesarrollo.
Ese señor tiene mucha razón al decir que es una tragedia nacional lo ocurrido en la discoteca utopía. Porque nos ha mostrado que el peruano así tenga la billetera forrada en dinero y vacacione en Miami o haya estudiado en el Markham o en un colegio público siempre tendrá ese conjunto de pensamientos y esas conductas que le harán permanentemente girar en ese círculo vicioso de subdesarrollo y mediocridad.

sábado, 5 de febrero de 2011

Mario Vargas Llosa, el marqués de la Avenida Parra



El sueño que seguramente tienen algunos, añorando a esa Lima, centro del colonialismo hispano en Sudamérica, junto a la figura de un noble virrey Amat dándole el infaltable toque aristocrático a esa villa malsana de mediados del siglo XVIII, cortejando a su "indigna" pero deseable “Perricholi”. 
Complementando este escenario dramático tenemos las infaltables tapadas cubriéndose el olfato del insoportable hedor que despide el hecho de que los peruanos fuimos los últimos en tomar las ideas republicanas e independentistas, aderezados con esa “Orden del Sol” de San Martin y su búsqueda infructuosa y desesperada de un rey en Europa para intentar darle una forma de gobierno al joven Estado que aún estaba naciendo. 
Todas esas ideas arcaicas parecen que todavía siguieran vigentes con la entrega del título nobiliario de marqués a Mario Vargas Llosa.
Ese traumático deseo de un minoritario grupo para dejar de ser descendientes de unos plebeyos, barbaros y pestilentes conquistadores tenía que algún día concretarse. Sus abuelos les inculcaron a sus padres y ellos a sus hijos,  y Mario Vargas Llosa, desde pequeño, lo aprendió sin necesidad del maltrato.
Dejar de ser ese hispano ordinario y buscar por todas las formas esa “sangre azul” tenía que ser su objetivo de vida.
Aún recuerdo la letra de esa cancioncita que hace algunos años escuchaba corear a unos niños en esa calle populosa en medio de los Andes del sur  peruano que decía: “Si la reina de España muriera y Carlos V quisiera reinar…..etc.”, me demostraban que el peruano había sido colonizado hasta el tuétano, incrustándosele una cultura hispana en la mente como cuando se marca al ganado con ese hierro al rojo vivo.
A pesar de poseer un rostro tan distinto al ibérico, desde sus adentros enfermizamente sigue añorando algún día formar parte de esa hispanidad y, en algunos casos, esa "nobleza" que ahora Mario Vargas Llosa parece haberlo conseguido.
Yo, me pregunto, ¿habrá meditado el escritor el significado que tendría aceptar ese vano, superficial e intrascendente "título nobiliario"?
Lo que está claro, es que el nobel, al consentir este regalo, a pesar que lo justifica llamándolo como un "gesto cariñoso" de parte del rey Juan Carlos I, nos está mostrado su verdadero careto mohoso y conservador, aquello que, paradógicamente, siempre criticó.
Esa huchafada de aspiración nobiliaria seguro le inspiró para nombrar en su libro “El pez en el agua” como "Boulevard Parra" a una simple callejuela donde había nacido, como queriéndole con el termino "boulevard" darle un toque aristocrático a esa vía de la ciudad de Arequipa porque sabia al momento de escribirla que se había convertido en un lugar lúgubre poblado por innumerables bares y prostíbulos.
¿Y por qué tenerle vergüenza al hecho de que ahora pululen putas donde antes habías nacido? 
Si todo se degrada, hasta las palabras y las promesas. 
Hoy Mario Vargas Llosa se ha vuelto un patético fundamentalista de lo frívolo y conservador, rotulando en venta a su pluma mercenaria como la furcia más docil.
En vano  reniega de la prostitución cuando su literatura lo ha impregnado de un tufo prostituto ofreciendola a los grandes poderes para quién pague más. 
Cómo nos degradamos algunos cuando despreciamos nuestra verdadera cultura y nos sometemos aquiescentes al dominio de otras insignificantes.
Mario Vargas Llosa a pesar de sus triunfos vemos que siguió sintiéndose el insignificante que abre la boca cuando te dan el dinero. 
Nunca superó el complejo del pueblerino marginal, el indio "choleado". Un claro representante de los cúrsiles plebeyos del mundo, infelices que añoraran la "nobleza" de los aristócratas que se solean en Saint - Tropez.
¿Qué dirá su epitafio? 
Seguro: “Aquí, descansa Mario Vargas Llosa, premio nobel de literatura y ridículamente nombrado: El marqués de la Avenida Parra”.


miércoles, 26 de enero de 2011

Karen Espejo y sus nocivos migrantes

Esta historia comienza hace algunos días después de leer aquel reportaje en el diario La República, sobre el decadente estado en el que se encuentra una importante arteria del centro de Lima, recordando su extraviado pasado aristocrático y describiendo además las causas de su actual deterioro.
Entre todo ese cúmulo de palabras impresas hubo algunas que me sonaron a letra bastardilla, infamias que se fueron instalando en mi mente para obligarme a teclear y levarme al mismo tema de siempre, los prejuicios.
Esa cita decía: “La llegada de migrantes, la crisis económica y el terrorismo terminaron por ahuyentar, a fines de los ochenta, a los lujosos negocios que allí se asentaban”.
Seguro que para alguno de ustedes, no encontrarían nada de raro en estas expresiones, lo entendemos, pero quiero hacer un alto en la palabra “migrantes”; porque al querernos resumir las razones que provocaron la actual decadencia de esa conocida arteria y en realidad de todo el centro histórico limeño, esa periodista, pone como primera causa a los migrantes. No tengo la suerte de conocerla, pero cuando leí aquellas expresiones me la pintaron de cuerpo entero.
Esa plaga de ruines forasteros a la que ella hace referencia en su reportaje jugaron el papel más importante en la tarea de derruir esa antigua hermosa ciudad, dejando en segundo plano a otros factores como la terrible crisis económica que sufrió el Perú desde mediados de los setentas y que se fue incrementando con los años, agudizándose durante la década de los ochenta y terminando por descrismar el país a comienzos de los noventa. La falta planificacion de las autoridades y tambien de recursos en los gobiernos municipales y en realidad en el presupuesto del estado provocado por esa aguda crisis, para esta periodista, no influyeron para que esos presupuestos menguados no alcanzaran para el mantenimiento de una ciudad y de un país, provocando un crecimiento desordenado y sin brújula.
Para esta periodista el terrorismo, la violencia en el medio rural, las matanzas y el arrasamiento de pueblos enteros en las aisladas estribaciones andinas, no fueron motivos suficientes para obligar a miles de campesinos a migrar a una ciudad que estaba en mejor situación si la comparamos con lo que aquel migrante dejaba atrás: pobreza, desempleo o quizás algunos matarifes con pasamontañas o uniformados que los esperaban impacientes entre esas frías estepas y montañas andinas.
El oscurecimiento de los burdos muros afrancesados de la capital no se debían al hollín dejado por unas destartaladas chatarras, si no a esos miles de migrantes de rostros andinos que merodeaban sus calles, haciendo de ellos, por ese simple hecho, la primera causa de la decadencia de ese centro histórico.
Aquel hombre o mujer migrante de no ser por sus habilidades de sobreviviente, no se hubiera atrevido a venir a esta ciudad y vender sus cachivaches en esas calles que algunos huachafos de comienzos de siglo habian intentado en vano darle un ambiente parisino a esta ciudad que más quedó con el cursi tufillo de una “afrancesada” Saigón anterior al desastre de Dien Bien Phu.
Para esta periodista todo este drama no era suficiente para que esos miles de refugiados se atreviesen a abandonar sus hogares en los Andes para abarrotar las calles de una ya desamparada Lima; el terrorismo y la crisis económica que sufrió nuestro país, fueron menos destructivos que la llegada de esos millones de migrantes. Probablemente lo mismo habrían ocurrido allá por los años setenta con los urbanistas neoyorquinos, cuando hablaban del estado decadente en el que se encontraba Times Square, lleno de delincuencia y violencia callejera, seguro , las autoridades culparon a los migrantes puertorriqueños o italianos de su desgracia. Quizás, también los británicos, cuando tratan de recuperar algún barrio histórico de Londres, antes de hacerlo, responsabilizan a los migrantes de su deterioro.
Ese sigue siendo el problema del limeño actual, los prejuicios. Esta periodista no escapa de ello, porque bajo ese cariz insalvable nombra a los migrantes como el primer causante del deterioro urbano. Bajo ese raciocinio entonces estaríamos hablando que las ciudades no deberían crecer nunca, cuando todos sabemos que las migraciones son fenómenos que se han dado en todas las grandes ciudades de Latinoamérica como Buenos Aires, Sao Paulo o México o es que jamás pensaron que nunca se iba a poblarse Lima. Seguro para estos hubiera sido preferible, mantenerla permanentemente como aquella pequeña villa de alrededor de cien mil habitantes de comienzos del siglo XX, esperando poblarla seguramente con el tiempo, con esos millones de inmigrantes, no de Junín, Cajamarca, Ancash o Puno, si no , de unos desesperados tiroleses o sicilianos.
Que esperaban. Para esos minusválidos de coherencia, pero eso sí , atestados de prejuicios, qué características deberían haber tenido el tipo de inmigrante que iba poblar su ciudad, haciéndo de ella la metrópoli que es ahora, seguro en sus cuadriculados céfalos soñarían con miles de inmigrantes italianos como en Sao Paulo o Buenos Aires; entiéndanlo -y espero no herir susceptibilidades trasnochadas-, estas tierras para los europeos nunca fue visto como un atractivo foco de inmigración porque siempre fue percibida tan lejana e imposibles de poblar ya sea por su clima u otros factores como el Bután o el Himalaya.
Ese raciocinio equivocado es una de las causas de que Lima sea ahora una ciudad anómala desordenada, sin espíritu, violenta, fraccionada e incomunicada, en donde la población no se siente identificada con su ciudad como si sucede hasta con el habitante de Bogotá.
La decadencia de algún sector de la ciudad se debe a muchas causas y no solo se limita a la venida de nuevas gentes.
Qué delito han cometido los migrantes si lo único que han hecho es intentar buscarse algún bienestar en la urbe, ya que en el campo les ha sido negado. O es que cuando llegaron las oleadas de migrantes pobres a Barcelona, Nueva York o Santiago, treinta o cuarenta años después culparían de sus problemas urbanos a sus antiguos migrantes o a sus descendientes.
Los prejuicios los encontramos de todos los tipos y nuestra sociedad peruana -que ya la conocemos-, está plagado de ignorancia e incultura, porque la incultura va de la mano con la religiosidad -una muestra de ello son las expresiones del curita Bambarén-, todo esto sirve como el mejor caldo de cultivo para que aquellas ideas trasnochadas provoquen conceptos errados confundiendo permanentemente a las personas e induciendo a la crítica para cualquier mente lúcida que logre percibirlas.

martes, 18 de enero de 2011

Insomne estadista

Apenas abandonaron los británicos su territorio y se escindieron de la india y Bangladesh, el joven estado de Pakistán mantuvo como centro económico del país a Karachi la antigua capital colonial británica, pero hicieron un fundamental cambio con el gobierno, lo trasladaron al interior del país, al milenario valle del indo. Para ese fin construyeron una nueva ciudad y le pusieron de nombre de Islamabad.
Ni bien finalizaron las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial a comienzos de los años noventa del siglo anterior se produjo la reunificación alemana. Ellos tomaron esa decisión a pesar de los problemas que ocasionaría, pesaron más las razones históricas y geopolíticas antes que cualquier interés económico para regresar la capitalidad política a Berlín.
Los mexicanos tuvieron la suerte que los españoles mantuvieran a Tenochtitlán con otro nombre como la capital de la Nueva España continuando esa con esa política el nuevo estado mexicano.
Cuando nombro Berlín de Alemania, La relativamente nueva Islamabad de Pakistán, Ciudad de México de los Estados Unidos Mexicanos, Moscú de Rusia -y no San Petersburgo-, Londres de Inglaterra, Beijing de China, Tokio de Japón y Cusco del Perú; al relacionar estas ciudades con sus respectivos países existe una coherencia razonable tanto por motivos históricos o geopolíticos para que sean sedes de sus respectivos gobiernos.
Que es lo que propondríamos en ese régimen liberal del que anteriormente habíamos hablado, mantendríamos a Lima como el centro económico de la nación peruana, pero trasladaríamos la capitalidad política al interior del país como lo hizo Brasil y Pakistán, pero nosotros no construiremos una nueva ciudad como ellos lo hicieron sino que aprovecharemos que la capital histórica del Perú sigue viva. por esta y otras razones que pasaremos explicar detalladamente más adelante trasladaríamos el gobierno de la hacinada Lima a la tranquila ciudad del Cusco.
Como ya dijimos este traslado seria también por razones geopolíticas. En una guerra moderna la defensa de la ciudad andina frente a un posible ataque chileno o brasileño, sus montañas y la inaccesibilidad de su geografía haría de su ubicación casi un lugar inexpugnable, cosa que es totalmente distinto si la comparamos con la vulnerabilidad de la actual ciudad Lima.
Para mantenerla comunicada con el resto del País se construirían cuatro autopistas que partirían de la misma ciudad, una la uniría con Lima, otras con Ayacucho, Arequipa y Puno respectivamente, como las vías que parten del DF al resto de México, de Madrid hacia Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao, La Coruña y a Lisboa, o como en el caso de Moscú que esta comunicado por sus cuatro costados con el resto de la Rusia europea. De esta manera La ciudad de Cusco seria un importante polo de desarrollo para ese extenso y empobrecido trapecio andino pero rico en recursos naturales. Deteniendo de esta forma la migración que se da y se seguiría dando hacia esa costa árida y dramáticamente sedienta de mediados del siglo XXI.
Por qué tendría una motivación geopolítica el retorno del ejecutivo al Cusco. No solamente por una cuestión defensiva si no que debido a que esperamos que el Perú siga creciendo las próximas décadas serian un nuevo centro de irradiación cultural porque sus núcleo urbano e histórico se encuentra a la misma distancias de Quito y Tucumán. Cusco representaría el foco geopolítico del sector andino sudamericano así como Buenos Aires es de la cuenca del plata-paraná y Brasilia lo es del espacio brasileño.
El Perú tendría una capital de una federación abierta a todo aquel estado que se sienta cercano a él.
El Perú es el centro geopolítico de una de los espacios geográficos más importantes de Sudamérica, los andes, y nosotros le estamos dando ese orden que necesita nuestro estado para que asuma esa posición a largo plazo.
Bolivia y Ecuador será para el Perú lo que ucrania es para Rusia y California, así como Nuevo México y Texas lo será para el emergente México.
Si algo creo es que el peruano está para grandes cosas y desde esta humilde ventana no nos cansaremos de pregonarlo con el único fin de despertar esa luz de energía que todos tenemos y que está esperando pacientemente para despertar cuando aquellas ideas coherentes con sus genes y sus entrañas les inste a seguir junto a aquel mesías que lo colocara en el lugar que todo buen padre quisiera tener a sus queridos hijos que han vuelto a su hogar.

jueves, 13 de enero de 2011

Tierra de caínes

Cuando escribo sobre mis compatriotas y no siempre refiriéndome a ellos con términos agradables sino destapando muchas veces conductas realmente grotescas, no es porque le tenga una inquina especial a todos ellos, ni mucho menos, solo nace de referir sin exagerar lo que todos los días distingo con un olfato de sabueso y que algunas veces no es necesario tenerlo porque el solo hecho de encender la televisión o leer los diarios nos confirman que lo dicho por este humilde servidor no tiene mejor asidero.
Hay una frase muy popular por estas tierras que dice: “No hay peor enemigo para un peruano que otro peruano”. En la escuela en la calle en el trabajo nunca esperas de tu conciudadano unas palabras honestas y alicientes. Tu amigo tu compañero o los que te rodeen en ese momento, todos se encuentran a la defensiva, como si estuvieran en sobre aviso para responder algún improperio infame que equivocadamente sospechan que el otro está preparando para ellos, como esos programetes de televisión en el que sus conductores se enfrascan en luchas para medir quien es el más rápido para burlarse del otro, con el mismo torpe mal gusto como si estuviéramos viendo al más tonto grupo de adolescentes.
Esta mala leche como ya dijimos lo encontramos en el trabajo, cuando un empleado muestra de repente eficiencia y creatividad, rápidamente, aquella eficacia es respondida por el resto no con la adhesión ni mucho menos con el alago, sino con el verduguillo furtivo y el ninguneo cobarde.
Este rencor del peruano hacia sus propios connacionales se vio y se ve todos los días como cuando aquella actriz peruana y de rasgos andinos recibía el “Oso de oro” de la Berlinale, no faltaron aquí esas desatinadas expresiones de algunos de sus compatriotas, preguntándose si su estadía en esa ciudad europea era para recibir un premio o simplemente estaba ahí para vender alguna artesanía de su tierra natal, o cuando la misma actriz meses después ganó el casting para participar en una película española, no faltó la respuesta de una conocida y despechada actriz nacional de ascendencia africana ninguneando algún posible talento, minimizando a la ayacuchana como una simple “india” con suerte.
Recuerdo hace algunos años cuando llegó la noticia que el conocido ex jugador peruano Guillermo “Chemo” del Solar había asumido un importante cargo en uno de los clubes de futbol más importante de España. Estaba por ese entonces dirigiendo las divisiones menores del Real Madrid. Ni bien asumió el cargo “Chemo”, aquí en Lima eclosionó en los medios locales una antigua prueba de antidoping hecha al jugador hace ya varios años, en donde salió positivo y con rastros de cocaína, el efecto no se dejo esperar, a las pocas horas el “Chemo” tuvo que abandonar ese importante cargo en ese club madrileño.
Ese peculiar rencor anti peruano hacia el propio peruano se da también cuando por las simples e insanas envidias de unos caciques locales movilizan azuzando a toda la población de una provincia cusqueña para oponerse irracionalmente a la construcción de una represa como de Angostura en Arequipa o cuando gritaban hace más de cien años muchos políticos y militares limeños: “Antes que Santa Cruz, los chilenos”.
Quizás esta pusilánime felonía tan peruana se deba dentro de otras causas a que los fundadores de este orden social establecido en nuestro país, terminaron eliminándose entre ellos, sin siquiera, darse el tiempo de disfrutar del oro y los esclavos que habían conseguido como trofeo en su reciente conquista. Las cabezas de Pizarro y Almagro avizorarían estas vilezas tan peruanas hace más de cuatro siglos o es que también no eran hermanos Huáscar y Atahualpa. Es que aquí la deslealtad pareciera milenaria no le parece.
Como cuando abandonas al que en el pasado protegió tus espaldas, aquel que fue tu mejor lugarteniente. Eran otros tiempos. En esa época su principal líder estaba perseguido, en ese momento nadie se atrevía a mencionarlo, su nombre significaba desfalco, embuste y había un precio por su cabeza y el régimen fujimorista se había obstinado en obtenerla a toda costa. Por ello aparecían denuncias de todo tipo en una seguidilla interminable de ataques en contra de Alan García. Nadie en ese momento se hubiera atrevido a levantar un dedo por la defensa del prófugo ex presidente, solo uno de sus lugartenientes había sobrevivido y se mantenía atrincherado defendiendo su causa. Ese personaje era Jorge del Castillo. Durante esos años noventa misántropo, este personaje aprista solitariamente hacía del mejor escudero de Alan García, por aquellos días se lo veía enfrasco en una pertinaz defensa de su exiliado ex presidente.
Como han pasado los años. Ahora, lo veo solo y con esa expresión en el rostro que solo poseen aquellos que se sienten abandonados a su suerte por aquel y a quien anteriormente depositaron toda su confianza. Sentado y frente a esos periodistas que entre suspicacias, trataban inútilmente de extraerle el nombre de la persona que lo quería fuera de la lista congresal aprista para estas elecciones, pero dando a entender que el que estaba detrás de todo esto, era nada menos, el que hace diez años había defendido lealmente.
Miren, no es que sea exageradamente pernicioso con mis comentarios, pero el peruano es así, nunca guarda las formas cuando se trata de acabar con alguien y sobre todo cuando se trata de su compatriota, en eso, no hay nadie que les gane, así el costo sea la debilitación de su propio partido político.
Podrá ser un partido político un país una familia unos hermanos. Nunca faltaran las escusas y la ocasión para que ese homo peruviano muestre esa vil herencia que pareciera insalvable con los ejemplos que hemos dado anteriormente.

Ridley Scott en su Waterloo

  Las oscuras nubes de unas horas bajas no solo ensombrecen a Occidente en su enfrentamiento con Rusia para conservar la unipolaridad en el ...