Ya lo habíamos avizorado
en el año 2013 y los plasmamos en un simple dibujo. Le pusimos el título de
la Trilogía del mal. Fue como una premonición de los tres personajes responsables
de los principales males que hoy sufren los peruanos.
Solo faltaba ponerle
el texto a ese bosquejo.
Si algo les une a
estas tres celebridades es que, pusieron sus intereses personales sobre los
intereses del Perú.
El primero que
hizo su aparición fue Abimael Guzmán.
Soy arequipeño y conozco de esta ciudad todos sus rincones e identifico el perfil de sus gentes solo con verlos, como algunos
izquierdistas que destacan por ser ágrafos, supersticiosos y charlatanes casi
como un pastor de iglesia cristiana. Son muy racistas e hispanófilos y se
ahogan en un mar de prejuicios. También son muy ambiciosos y apresurados, sobre
todo, cuando buscan la vía más rápida para enriquecerse, no interesa si en esa
senda hipotecan al país y a sus habitantes, es que están llenos de odio y aprovechan
el mínimo motivo para atizar la hoguera, volviéndose los mejores mercenarios
para integrar cualquier cédula terrorista, si la paga es buena y en dólares. Son
los mejores en esto. De ese nido ideológico salió el que la prensa hizo famoso
con el alias de “Camarada Gonzalo”.
Luego vino, Alan
García. Típico palangana. Sus casi dos metros de altura le ayudaban a imponer su
perorata a punta pies y cachetadas. Dentro de su mundo esquizoide, estaba sobre
el bien y el mal, y la existencia de la corrupción estaba en discusión. Para él era una forma de vida, era su habitad, como muchos en el Perú.
Estaba prisionero de sus miedos y era altamente supersticioso casi animista. El
sistema le dio una segunda oportunidad para dirigir al Perú, poder que utilizó solo para beneficiar a los ricos y tener del cuello a las clases trabajadoras. Dejó
dos monumentos que lo representarían. El primero, le trajo muchos
problemas cuando enloquecido por tener de nuevo poder, las odas de los presbíteros le distrajeron mientras
cargaba las andas del Señor de los Milagros, cometiendo el error de mandar a construir
el Cristo de Odebrecht.
El segundo, fue el
Estadio Nacional de Lima, un claro ejemplo de como se despilfarra los ingentes dineros
del Estado, sobrevalorando las obras como ocurrió con el Coloso de José Díaz que costó casi
el doble que la remodelación del Luzhniki Stadium. Solo basta comparar cómo
quedaron ambas infraestructuras deportivas después de ser remozadas. El de Lima
quedó ínfimo y tercermundista y el de Moscú es uno de los más modernos del
mundo. Alan García dictó catedra para
afirmarnos que la corrupción es uno de los principales causantes que nos hace mantenernos eternamente
ignorantes, subdesarrollados y pobres.
Alan en 1989 apoyó
en la campaña electoral para que triunfara
el tercer jinete del apocalipsis peruviano Alberto Fujimori. Como ya se sabía, al Perú se
le tenía que implantar el neoliberalismo, claro que, previamente seria aturdido
con un agresivo e inhumano shock económico. La discusión solo se limitaba a cómo
se implementaría, podía hacerse con anestesia vía Mario Vargas Llosa o como al
final se hizo, a patadas y represión con
esa dictadura que luego desencadenaría todos los problemas que hoy arrastramos los
peruanos, desde el grupo de Velarde, Keiko y sus 'creaciones" izquierdista oportunistas y demagogos,
la prensa basura con la Mónica Delta como principal rostro y los numerosos fascistas
antropófagos que se deleitan con la carne india y que están pululando en el Congreso y en todas esas
agrupaciones paridas dentro del fujimorismo, acciopepecismo y aprismo.
Estos tres personajes
representan todo esto. Son el triunvirato del subdesarrollo peruano que nos ha
tocado ver.
Alan García se suicidó, y a Abimael Guzmán hace unos días lo cremaron. Solo falta Alberto Fujimori. Pero. esta tragicomedia no crea que acabará con estos tres personajes porque tienen proles y escuelas activas, así que, como este tipo de matarifes llegarán otros para cumplir su mandato que consiste en presionar con fuerza ese garrote a los peruanos.