¿Qué será de la señora
Betty? Una guapa iqueña que se marchó con toda su familia (esposo y tres
hijos) a la patria de Bolívar a finales
de los años ochenta. Vendieron todo hasta
el Lada recién comprado.
Pedro Pablo Kuczynski lo
vociferó por la TV, convirtiéndose en el más importante promotor de la inmigración venezolana y los medios lo apoyan;
admirable acción, sabiendo que durante los años setenta y ochenta más de 200,000
peruanos fueron a parar a ese país caribeño.
El chavismo nos resulta ridículo como el arroz con mango del etnocacerismo,
las miradas al cielo de Chávez o cuando
Maduro cuchichea con los pajaritos. Lo que
nos molesta es que nos tomen por cojudos al querernos vender “gato por
liebre” con el problema venezolano.
A pesar que los medios
locales todos los días hablan de la gravedad de la denominada “crisis
venezolana” dando a entender que la vida
en ese país caribeño está peor que acá, la
familia de la señora Betty ni los miles
de peruanos que por esos años enrumbaron
a Venezuela aun no han regresado al Perú (yo me pregunto,
cómo retornarían si allá el estado les provee
de tres millones de viviendas mientras aquí en la era PPK y su segundo fujimorismo
para tener una casita tienes que contar
con al menos 100,000 dólares que son imposible de juntar si el sueldo promedio
de un peruano llega a duras penas a unos magros 250 dólares).
Otro aspecto que resulta
sospechoso es cómo llegan los forasteros
y que se suben a diario a los buses, mientras que los peruanos emigrados a ese
país caribeño en los años setentas y ochentas lo conformaban familias, los venezolanos que ahora están ingresando
al Perú se los ve como artificiales migrantes, solitarios como si fueran individuos
expulsados de la manada y con el mismo
corte y edad castrense, delgados como un asalariado esbirro caribeño. Uno de
ellos se desenmascaró el otro día en un bus de la capital. Uno de estos personajes que tanto defiende PPK
y su prensa, le agarro a golpes a un peruano. En esa ciudad sin identidad no se
podía esperar más, sin el mínimo grado de unión ni sentido de pertenencia, nadie
en ese transporte repleto de disminuidos
perjuros se levantó a defenderlo o mínimo a separarlos.
Esto hubiera pasado desapercibido
como una simple gresca sino fuera por la reacción del venezolano, y tras
revisar una u otra vez el video vemos
que cuando arremete sobre nuestro
compatriota lo hace con múltiples jab de derecha e izquierda demostrándonos que
tiene un entrenamiento especial en defensa personal, muy alejado a un simple y
asustadizo inmigrante.
Alguien los trae. Cuál será el objetivo, solo el tiempo lo dirá.
Mientras tanto el mundo observa cómo se van acomodando las piezas en este
tablero de ajedrez movido por el ascenso de Rusia y China en la escena internacional.
El engorde está en
proceso para después sacrificar el cerdo. Una historia tan trillada que el que
sabe algo de esta murga me entenderá claramente.