Es el colmo.
Leyendo sobre aquellas epidemias que en distintas épocas han asolado la
humanidad, pude notar que, en gran parte de ellas, después de ocurrido el
desastre, la gente que sobrevivió y sus sociedades, en cierta medida, mejoraron,
salvo el caso, del Tawantinsuyo en 1532.
Aplicando una especie de guerra biológica con sus virus y bacterias mortales
(viruela, sarampión o la salmonela) que acabo con la vida de entre más del 50 y
80 % de los habitantes autóctonos de estos territorios, la invasión hispana, no
solo trajo estos males, sino que, también, problemas que hasta ahora los
peruanos no hemos logrado solucionar y que van desde el aspecto económico,
social y hasta el político.
Los españoles en su afán de afianzar su poder y mostrarse como la fuerza dominante sobre la civilización milenaria que encontraron, difundieron entre
los nativos sobrevivientes un mal que iba ser más debastador y endémico, fueron ideas erradas que alimentaron en ellos unos terribles prejuicios sobre su propia cultura primigenia, prejuicios que iban a durar
hasta nuestros días. Dentro de otras taras, a los peruanos les hicieron creer que su cultura andina
milenaria y sus personajes que la representaban eran simple salvajes y primitivos y, lo mejor, era hacerla
a un lado y adoptar los modos y costumbres que trajeron los hispanos ya que
eran muy “superiores” a lo que se había encontrado. Monumental infamia que se
ha difundido hasta ahora en el Perú.
Gracias a las evidencias encontradas se sabe que cuando llegaron los
conquistadores, en estos territorios, ya se practicaba la cirugía al cerebro
y, como en medicina, los antiguos peruanos también habían lograron grandes avances
en matemática, arquitectura, vías de comunicación, bienestar dentro de la
población, organización política y un largo etcétera, que nos hacen afirmar que
la cultura y civilización que encontraron los españoles en 1532 no fue menos
que ninguna, y menos de aquella que desembarcaron en sus carabelas.
La monarquía española se largó en 1821, pero aquí sobrevivieron como las
peores endemias esos prejuicios de ver a este importante pasado milenario
peruano, representado en sus conocidos personajes, en sus idiomas, sus rostros,
y hasta en los mismos apellidos, como deslucido y hasta ofensivo, lo cual es un
error aberrante y principal causantes de nuestra baja autoestima como país o como
sociedad.
Nos hacemos daño nosotros mismos porque seguimos ignorando nuestro
verdadero valor.
La ignorancia produce y sigue produciendo todo esto y es caldo de cultivo para las supersticiones, los estereotipos y sobre
todo estos prejuicios raciales y étnicos que están muy difundidos dentro de
nuestra sociedad, y no solo lo decimos nosotros, ya que hace no mucho, una
encuesta mundial realizada por la firma Ipsos Mori (2017) colocó a la población
de nuestro país entre los más ignorantes del planeta y el cuarto de América
latina.
Claro que, no todos los peruanos son ignorantes, pero hay un grupo muy
numeroso y sobre todo muy influyente.
La ignorancia en el Perú, ha corroído distintos estratos socio económicos, inclusive,
en aquellos grupos, que uno creería serían inmunes como la élite peruana, que los
vulneró tanto, llevándolos, inclusive, hasta a su propia decadencia, porque les
hizo cometer grandes errores, uno de ellos fue hacerles ver a su propio país
como un enfermo incurable, un vejestorio que solo servía para extraerle sus partes
usadas para repuestos, un lugar no apto para crear riqueza sino para expoliarlo
y mantener a su población en la degradación de la pobreza.
Este pensamiento difundido en esa clase dirigente, fue cimentando ese Perú
que durante los siglos XIX y XX fue derrotado por sus propios vicios cargados
de trivialidades e inercia.
Esa ignorancia de esta clase social les hizo creerse patológicamente seres
muy superiores, pero solo aquí, porque, París, Londres y Nueva York les hacía agachar
la mirada, tan igual, como sus empleados en Lima o el resto del Perú lo tendrían
con ellos.
Y lo paradójico es que, por esa misma ignorancia y tanto despreciar lo
indio y sus rasgos que los llevó hasta considerarlos seres inferiores. Contemplaron
tanto esa desgracia que, sin pensarlo, se mimetizaron con ellos, viéndose por
fuera blancos, pero sus mentes eran las de unos indianos sometidos y colonizados.
Y no es necesario nacer dentro de estas familias para tener una idea de
cómo serían las biografías de algunos de los integrantes de estas proles que en
décadas pasadas abarrotaban los clubes más exclusivos, hoy vacíos y
polvorientos.
Muchos migraron a Occidente echando raíces en esos lugares y ahora viven
tranquilos porque lograron su mayor objetivo de vida que era regresar a esa Europa
que a sus ascendientes el hambre les había echado.
Los que se quedaron enfermaron más, algunos acabaron en la locura superioridad
de Hitler, a otros, las adicciones de sus modelos de conducta hicieron mella en
ellos. Si reaccionaban mostrando algo de voluntad solo era para recordarse que
no podían “cruzarse” con los plebeyos peruanos, así que tenían que buscar
pareja en Europa o los Estados Unidos, pero, muchos de ellos no lo lograron, así
que tuvieron que conformarse, aunque sea con el nieto o la nieta de un escoses
extraviado en la miseria de algún humedecido arrabal rodeado de fango a orillas
de ese riachuelo pestilente que desemboca en el gran Paraná argentino.
Fueron estos patéticos despojos, que tuvieron, y creo, siguen teniendo al Perú
en sus manos.
El otro día, una de sus integrantes se hizo presente, asfixiada e impotente
de ver que el rostro de este Perú andino estaba en todos lados hasta en la
pantalla gigante de su televisor. La rabia no le hacía pasar la saliva, ver
indios y cholos por todos lados, tenía que gritarlo, pero como ahora estamos en
democracia y todos, se supone, tenemos los mismos derechos, no podía hacerlo
con una persona de carne y hueso, sino que descargo su veneno ignaro contra el
gran Túpac Amaru II, llamándolo simplemente como aquel indio que fue desmembrado.
“Fue un error y ya está, no pasa nada. Fue un lapsus, es lo que pasa cuando
uno está en vivo y tienes todo pasando al mismo tiempo y fue un comentario
equivocado de mi parte” dijo Drusila Zileri
para intentar no darle importancia al hecho, pero sí tiene enorme importancia. Llamar
como un simple indio, (y no lo digo creyendo que el término “indio” sería
peyorativo sino todo lo contrario, porque para este servidor, es un alago
porque ser indio en el Perú representa una civilización realmente impresionante),
pero ese no es el problema sino que, lo dijo, con la intención de colocar a Túpac
Amaru II como un anónimo más, sin darle la la debida trascendencia histórica porque
fue el personaje que inicio la gesta libertaria en Sudamérica, tarea que luego
finalizarían Bolívar y San Martin.
Túpac Amaru II, y es bueno que lo sepa esta mangante, es una figura mundial
que hasta en el mismo museo británico preservan aun escritos de su proeza. Pero
esto, Drusila Zileri, lo desconoce totalmente y lo zanja con un “aquí, no pasa
nada”, y sí, aquí pasa, y mucho, pasa sobre todo esa puta ignorancia que no te
hace valorar lo peruano y sus personajes históricos y sobre todo aquellos que
han trascendido en la historia universal.
Es la misma puta ignorancia que te lleva a NO proteger tu patrimonio
histórico y cultural por eso vemos cada cierto tiempo a los propios peruanos
destruyendo y subestimando a su propia cultura, como esa grúa manejada por unos
publicistas limeños rompiendo un pedazo
de roca de ese solar inca en Machu Picchu o cuando esos estudiantes, también peruanos,
en viaje de promoción, patearon ese muro Chan Chan en Trujillo, o como aquella vez
ese rector de la UNSA haciéndose de la “vista gorda” dejó que unos “ladrones”
se llevarán costosos tapices wari.